ABC 22.05.08
RESULTA encomiable el esfuerzo sin precedentes que la
televisión pública española, RTVE, está realizando para encumbrar a la gloria
al candidato nacional -perdón, estatal-, al premio internacional de Eurovisión.
Chiquilicuatre es, si quizás no el más digno, desde luego el más idóneo
representante de nuestra nueva España y merece todo la presencia en pantalla y
el dispendio que le dedica el ente público. En estos días previos al gran reto
que para el prestigio internacional de España supone el concurso interestelar
de Belgrado, gracias a la televisión de todos podemos seguir a nuestro
simpático embajador por todos los rincones de la capital serbia, navegar con él
por el Sava y el Danubio y conocer sus íntimas reflexiones.
Si nuestro graciosísimo símbolo nacional (glup, estatal) del
desenfado triunfa, Zapatero confirmará que también fuera de nuestras fronteras
se comienza a comprender la profundidad de los cambios éticos y estéticos de la
revolución que lidera para el bien de todos nosotros y en memoria de su abuelo.
Porque ya está claro que quienes en los últimos cuatro años han acusado a
Zapatero de incompetencia, ignorancia e indolencia en la defensa de los
intereses de España en el exterior habrán de rectificar muy pronto. Habrán de
tragarse sus palabras quienes le hacen responsable de la irrelevancia de España
en los foros internacionales y la falta de respeto hacia su Gobierno
consensuada al parecer por George Bush, los piratas somalíes, la delincuencia
internacional y los líderes de todos los grandes países de la UE y no sólo del
malévolo «fascista» de Silvio Berlusconi.
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