ABC 15.11.07
En el corazón de Europa al que nuestro caudillo socialista
español prometió devolver a España y en el que ni se le llama ni se le espera
-ni al caudillo ni por desgracia al país-, se suceden grandes acontecimientos
con inmenso calado sin que los españoles, tan pendientes de caudillos caribeños
irritados, los perciban en toda su magnitud y asuman las consecuencias para el
futuro común. En Francia y Alemania está en marcha el gran esfuerzo
modernizador para forjar el estado que, siempre con vocación social, sea capaz
de liberar e incentivar la creatividad, la competencia y la iniciativa y
combatir el igualitarismo coactivo. Una noticia de ámbito casi íntimo ha
enconado el debate. El martes, el peso pesado de la autoridad moderada del
Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Franz Müntefering, el vicecanciller y
ministro de Trabajo, dimitió por razones que conmueven y le honran y que nadie
decente debe poner en duda -la enfermedad terminal de su mujer. Este hecho
supone, en las actuales circunstancias, una carga de profundidad, lanzada por
la fatalidad, contra un proceso paralelo en Alemania y Francia que es tan
necesario para el futuro de Europa como combatido por las fuerzas de la
reacción desde el sindicalismo, el clientelismo gremial y el izquierdismo
ideológico.
Müntefering
hacía un mutis dramático que su jefa de Gobierno y compañera de coalición, la
cancillera Angela Merkel, lamentaba y honraba en los mejores términos de la
complicidad patriótica y empatía humana en la rivalidad política. Merkel y
Müntefering han logrado poner en marcha un clima de optimismo empresarial,
laboral y ciudadano inexistente en Alemania desde la unificación. Pero las
constelaciones propicias para las reformas de gran alcance son a veces víctimas
de avatares personales o caprichos de ocasión. Mientras el vicecanciller
anunciaba su supremo sacrificio personal de abandonar cargo, vocación y
ambiciones, los líderes sindicales en Francia y Alemania, intentan sabotear las
reformas que suponen un sacrificio bien moderado y que han demostrado ser un
inmenso beneficio para la sociedad y la prosperidad común. El despegue del
decrépito Reino Unido que heredó Margaret Thatcher se inició con la derrota de
los anacrónicos sistemas de chantaje que tenían secuestradas economía, libertad
y nación. Fue aquella batalla contra el sindicalismo premoderno como la batalla
contra la resignación en el Este de Europa iniciada una década después, el
principio del fin del «Viva las cadenas» de gran parte de Europa oriental y
occidental y el comienzo del proceso de unificación en libertad en el
continente. La recuperación de la libertad y la iniciativa frente a la
imposición de las leyes de dependencia y obediencia dieron frutos entonces y
han de volver a hacerlo. Merkel y Sarkozy están decididos a culminar un proceso
imprescindible para que Europa coja el ritmo de desarrollo en la economía
globalizada.
El
nuevo vicecanciller es el ministro de Asuntos Exteriores, Frank Walter
Steinmeier, sin poder en el SPD para frenar al izquierdismo que ha crecido con
las frustraciones de un partido que se siente perdedor en la coalición. Es
evidente que con la retirada de Müntefering se acaba la labor creadora de una
coalición de éxito que ha sacado de su estancamiento a Alemania. Comienza la
carrera electoral en el gabinete, lo que puede suponer su ruptura a medio
plazo. Pero aunque se llegue pronto a nuevas elecciones, el legado de esta
coalición es bueno y claro. Como lo es el hecho que los intentos de sabotear
las reformas en la Francia de Sarkozy las protagonizan sectores organizados
pero nunca mayoritarios. Si el SPD recae en el izquierdismo al que le quiere
forzar su izquierda y la secta paleosocialista de Oskar Lafontaine puede
cavarse una trinchera de reacción, populismo y demagogia como los izquierdismos
meridionales y especialmente el carpetovetónico. Pero todo indica que en el
corazón de Europa, Merkel y Sarkozy, dos líderes antitéticos de nuestro
caudillo «progresista», muy lejos de prometer y regalar adelantos para comprar
votos o lealtades, tienen los argumentos necesarios para demandar sacrificios,
esfuerzo y rigor por el bien de un futuro razonable y razonado. Tienen muchas
expectativas de ganar el pulso. Por el bien de toda Europa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario