martes, 24 de junio de 2014

ÓRDAGO PATÉTICO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  24.03.08


Mal han de andar de ánimos por Ajuria Enea y Sabin Etxea cuando el instinto le recomienda al PNV celebrar nada menos que el Aberri Eguna en la Plaza Nueva de Bilbao. Esa modesta placita porticada del «Bocho» la llenábamos los chiquiteros a finales de los setenta sin más convocatoria que el rumor de la inminente presencia allá de un nutrido grupo de estudiantes alemanas. Como caja de resonancia del rugir de una nación en pie, el Aberri Eguna de ayer viene a ser algo así como que Mussolini convocara a su gente en las terrazas de las tabernas del Pasquino y no en la Piazza de Venecia. Nos han desertado los burukides de las campas «históricas» hacia escenarios casi íntimos.

Tanto el indómito Ibarretxe como Iñigo Urkullu sacan pecho. Para eso son los representantes de la nación que aun no es una, ni grande ni libre pero que lo será pronto, según ellos, gracias al fervor militante de esos miles de bilbaínos mayoritariamente de la tercera edad que ayer se reunieron para escucharles. Dijo Urkullu: «Si hay una oportunidad de acuerdo, si el PSOE y Zapatero entienden que este pueblo tiene derecho a un acuerdo singular y a dar un paso de gigante en el autogobierno, ahí estaremos. Si propone un pacto de rebajas o un acuerdo «cepillado», ahí no vamos a estar». Según «Deia», es decir, según el PNV, cuando Urkullu habla de «cepillado» se refiere al Estatuto catalán, una especie de cambalache raro que sirve para aplacar a fenicios y demás raleas mediterráneas pero en absoluto para engañar a un pueblo que lucha por su soberanía desde hace 7.000 años.

Los garbanzos del batzoki

El PNV está inquieto. Es muy humano que lo esté aunque su propio origen sea mitológico. De repente los socialistas les han comido el terreno y el discurso y los cachorros de los niños de la gasolina vuelve a apretar clavijas desde el otro lado. La pinza, que dirían algunos. ¿Pinza acordada? Muchos lo sospechan. También en Sabin Etxea. Por eso urge buscar aliados que permitan mantener no ya sólo el sueño de la tierra prometida, sino también el del caudal de los garbanzos del Batzoki. Para otros 7.000 años. Los momentos ilusionantes del pasado se han revelado ilusiones. Mal fue el plan Ibarretxe porque hasta los más avenidos se prestan poco a ocurrencias lunáticas. Lizarra acabó mal porque los vascos de chaqueta, corbata y misa tienen serias dificultades para comer a diario con quienes no saben utilizar los cubiertos y se hurgan en los oídos con el cañón de las pistolas. Ahí se puso serio Urkullu, porque los sustos traen a veces el enfado. La izquierda abertzale no impedirá que hagan un buen acuerdo para Euskadi -con Zapatero-. Y que no «nos acusen de vender Euskadi cuando no han hecho siempre sino vivir a costa de lo que nosotros hacemos». Querido Urkullu, cabe interpelarle desde la izquierda abertzale y ETA: ¿Quién ha vivido de quién?

En todo caso y por desgracia, es de temer que todo este regodeo sobre las cuitas del PNV y su patético Aberri Eguna no sea más que un consuelo melancólico ante lo que se avecina. Hasta en el Bocho saben que Zapatero, ganadas las elecciones, persistirá en buscarnos un mundo feliz. Y negociará un Lizarra bajo la dirección del Gobierno de España. ¿Como el cambalache del Estatut fenicio? Depende de quien tenga más mango de la sartén. El principio supremo del bien, según Zapatero, está en compartir el cocido en armonía. Con quien sea. Aunque sea tóxico.

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