ABC 12.06.08
SUIZA ha anunciado planes para la construcción de una nueva
central nuclear, la sexta con que contará el pequeño país alpino. Se ubicará a
veinte kilómetros de la frontera con Alemania. Aunque ahora comienza el
procedimiento de aprobación, en medios políticos suizos se da prácticamente por
hecho que éste se llevará a cabo sin contratiempos. El pasado año el Gobierno
suizo ya había anunciado que preveía la «necesidad» de construir nuevas
centrales nucleares a la vista del desarrollo general de la situación energética
europea.
Con una nueva central junto a su frontera -otras tres suizas
están a distancia poco mayor- Alemania recibe otro acicate para replantearse la
moratoria que hasta ahora ha sido sacrosanta para gran parte del espectro
político alemán y no sólo para Verdes y socialdemócratas. Con centrales
nucleares en gran parte de los países vecinos y con su larga frontera con
Francia, primera potencia en generación de energía del átomo en Europa, son
cada vez más los alemanes que consideran un absurdo no participar de las ventajas
de la producción de esta energía barata y limpia. Cada vez son más los
políticos que reclaman para Alemania un nuevo papel en el desarrollo y
construcción de nuevas centrales nucleares.
El Gobierno del Reino Unido de Gordon Brown ya anunció a
principios de este año su reincorporación a la energía nuclear con la
construcción prevista de varias centrales en las próximas décadas y la Italia
bajo Silvio Berlusconi también ha puesto fin a aquella suspensión indefinida de
la industria nuclear marcada por el miedo generado por el accidente nuclear de
Chernobil en 1985. Aquella catástrofe y el fuerte movimiento antinuclear, que
de manos del ecologismo se erigió en una especie de religión sustitutoria en
los países desarrollados europeos, supusieron de hecho la paralización de los
programas nucleares en casi todos con la capital excepción de Francia.
Pero ahora pocos dudan ya de que a la vista del desarrollo
del mercado internacional de los combustibles fósiles, el principal baluarte de
aquel rechazo irracional a esta fuente de energía que es Alemania entrará
definitivamente en este debate tras las próximas elecciones federales. En Asia
los planes de centrales nucleares han adquirido un rápido desarrollo debido
especialmente al crecimiento exponencial del consumo energético de los nuevos
gigantes, China e India, pero también de los países medianos. En África y el
Magreb -nuestro vecino Marruecos- ya han asumido que esta fuente de energía es
a medio plazo la única solución a sus demandas para el desarrollo con cierta
independencia de los exportadores de crudo y del mercado. Los precios que ya se
barajan para el barril de petróleo han comenzado a hacer cuadrar todas las
cuentas necesarias de las fuertes inversiones que las compañías eléctricas han
de hacer para la construcción de las centrales.
Todos se preparan ya para esta nueva generación de centrales
nucleares. ¿Todos? No, un pequeño reducto indómito, refugiado en una remota
península cada vez más periférica respecto a los centros reales de decisión y
de los acontecimientos relevantes, ha decidido ser fiel a la religión de la
década de los ochenta del siglo pasado. Los adoradores de la Arcadia del
pacifismo ecologista han decidido que todos los demás están locos y ellos,
profundamente buenos. Por eso nos prometen hacernos felices con energías
alternativas que, siendo muy útiles, sólo se aceptan en el resto del mundo como
fuentes complementarias a largo plazo. Su caudillo invicto promete aun cerrar
las centrales existentes construidas por gobiernos bárbaros e insensibles.
Promete un santuario no nuclear y feliz, eso sí, dependiente de los vecinos
nucleares hasta para batir una bechamel.
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