ABC 17.03.08
Está harto comprobado que hasta la peor subcultura de la
izquierda española, la más zafia y desordenada, la más caótica e ignorante,
tiene mayor instinto de supervivencia y lógica en la selección de sus
prioridades que ese centro derecha liberal y conservador español convencido
siempre de que el campo de batalla no pasa de ser un casino. Por eso no debe
sorprender a nadie que desde hace ya más de una semana no oigamos más que
discusiones entre los perdedores de las elecciones -el PP, por cierto- y su
entorno cultural y mediático sobre las formas idóneas de hacer caso a los
consejos de sus enemigos, que son aquellos que -otra vez ganadores, otra vez
con trágica y efectiva intervención exterior durante la jornada de reflexión-
persisten en regodearse en su interés por enseñar cómo volver a perder a
alumnos tan aventajados en la materia como ansiosos de mejorar en ella. No hay
día que pase sin que los vencedores dejen de cosechar alguna frase de
portavoces del frente perdedor para cimentar su propia situación -en sí por lo
demás frágil-, y debilitar la contraria, precaria por méritos propios antes y
después de las elecciones.
En el submundo del Siglo XIX -en la literatura que lo
describe- podrían haber encontrado los líderes del PP mejor consejo para hacer
frente a quienes los quieren destruir que en las directrices adocenadas de sus
asesores, en las cuitas adolescentes de fervor por el poder inexistente de
algunos de sus dirigentes o sus trifulcas personales, siempre tan escasas
cuando no se tiene el poder. Parece mentira que no se hayan dado cuenta ni
Rajoy, ni tantos otros que debieran haberle ayudado más cuando era posible, que
todos los rumores y ruidos, lamentos y consejos, que llegan de fuera no son
sino trapacerías para intentar consumar urgentemente -porque la legislatura se
adivina breve- esa destrucción de la oposición que Zapatero y sus huestes
habían planeado para la pasada.
Dicen algunos asesores áulicos de la derecha timorata que
Zapatero puede «haber aprendido la lección» y abrir una legislatura en la que
prevalezca el Pacto de Estado, los acuerdos de buena fe y buena lid en la
cooperación. Eso significa que algunos piensan que Zapatero ha descubierto de
repente el valor de la palabra, el sentido del honor y el significado en las
relaciones humanas de la rectificación y la humildad. Y que aseguran que
nuestro iluminado caudillo se ha caído del caballo ahora, no en la derrota que
impone necesariamente algo de reflexión, sino en una victoria que, nadie dude,
considera él una confirmación «popular» de todas sus iniciativas temerarias que
han dinamitado el tejido de la sociedad española. No hay que ser Merlín para
saber que el asalto a las instituciones, la coordinación política con ETA y las
fuerzas antisistema en general, el pacto global con los nacionalistas para
hacer irreversibles los cacicatos en diversas regiones españolas y la formación
de un frente general contra la «anti-España» liberal y conservadora es el único
pretexto ideológico de una nueva casta, surgida de la selección negativa, que
por lo demás sólo ambiciona la cohesión y solidaridad interna de la secta en el
poder.
Es difícil decir quién comete más errores en el PP hoy en
día, aunque parece lógico creer que son quienes escuchan al de fuera porque
creen aún que es un adversario en la lucha por las ideas y no un enemigo que
quiere destruirlos para acabar con la alternancia política en España. Los
timoratos del casino. Pero la reorganización de la tropa, tras una derrota en
una lucha política y cultural que deviene existencial, es responsabilidad de
sus mandos. De ahí que quienes tengan aun ganas de luchar porque esta sociedad
no se hunda en el lodo de la mediocridad, el relativismo moral, el desprecio al
prójimo y la arrogancia y vocación totalitaria del redentorismo izquierdista,
habrán de hacer cuajar una propuesta -también de liderazgo- que haga frente a
una brutal ofensiva que recurrirá literalmente al «como sea» para imponer su
imaginario político sectario. Zapatero sabe quien es su enemigo. Y no es ETA.
Los timoratos del casino no lo tienen tan claro.
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