martes, 24 de junio de 2014

TIMORATOS DEL CASINO

Por HERMANN TERTSCH
ABC  17.03.08


Está harto comprobado que hasta la peor subcultura de la izquierda española, la más zafia y desordenada, la más caótica e ignorante, tiene mayor instinto de supervivencia y lógica en la selección de sus prioridades que ese centro derecha liberal y conservador español convencido siempre de que el campo de batalla no pasa de ser un casino. Por eso no debe sorprender a nadie que desde hace ya más de una semana no oigamos más que discusiones entre los perdedores de las elecciones -el PP, por cierto- y su entorno cultural y mediático sobre las formas idóneas de hacer caso a los consejos de sus enemigos, que son aquellos que -otra vez ganadores, otra vez con trágica y efectiva intervención exterior durante la jornada de reflexión- persisten en regodearse en su interés por enseñar cómo volver a perder a alumnos tan aventajados en la materia como ansiosos de mejorar en ella. No hay día que pase sin que los vencedores dejen de cosechar alguna frase de portavoces del frente perdedor para cimentar su propia situación -en sí por lo demás frágil-, y debilitar la contraria, precaria por méritos propios antes y después de las elecciones.

En el submundo del Siglo XIX -en la literatura que lo describe- podrían haber encontrado los líderes del PP mejor consejo para hacer frente a quienes los quieren destruir que en las directrices adocenadas de sus asesores, en las cuitas adolescentes de fervor por el poder inexistente de algunos de sus dirigentes o sus trifulcas personales, siempre tan escasas cuando no se tiene el poder. Parece mentira que no se hayan dado cuenta ni Rajoy, ni tantos otros que debieran haberle ayudado más cuando era posible, que todos los rumores y ruidos, lamentos y consejos, que llegan de fuera no son sino trapacerías para intentar consumar urgentemente -porque la legislatura se adivina breve- esa destrucción de la oposición que Zapatero y sus huestes habían planeado para la pasada.

Dicen algunos asesores áulicos de la derecha timorata que Zapatero puede «haber aprendido la lección» y abrir una legislatura en la que prevalezca el Pacto de Estado, los acuerdos de buena fe y buena lid en la cooperación. Eso significa que algunos piensan que Zapatero ha descubierto de repente el valor de la palabra, el sentido del honor y el significado en las relaciones humanas de la rectificación y la humildad. Y que aseguran que nuestro iluminado caudillo se ha caído del caballo ahora, no en la derrota que impone necesariamente algo de reflexión, sino en una victoria que, nadie dude, considera él una confirmación «popular» de todas sus iniciativas temerarias que han dinamitado el tejido de la sociedad española. No hay que ser Merlín para saber que el asalto a las instituciones, la coordinación política con ETA y las fuerzas antisistema en general, el pacto global con los nacionalistas para hacer irreversibles los cacicatos en diversas regiones españolas y la formación de un frente general contra la «anti-España» liberal y conservadora es el único pretexto ideológico de una nueva casta, surgida de la selección negativa, que por lo demás sólo ambiciona la cohesión y solidaridad interna de la secta en el poder.

Es difícil decir quién comete más errores en el PP hoy en día, aunque parece lógico creer que son quienes escuchan al de fuera porque creen aún que es un adversario en la lucha por las ideas y no un enemigo que quiere destruirlos para acabar con la alternancia política en España. Los timoratos del casino. Pero la reorganización de la tropa, tras una derrota en una lucha política y cultural que deviene existencial, es responsabilidad de sus mandos. De ahí que quienes tengan aun ganas de luchar porque esta sociedad no se hunda en el lodo de la mediocridad, el relativismo moral, el desprecio al prójimo y la arrogancia y vocación totalitaria del redentorismo izquierdista, habrán de hacer cuajar una propuesta -también de liderazgo- que haga frente a una brutal ofensiva que recurrirá literalmente al «como sea» para imponer su imaginario político sectario. Zapatero sabe quien es su enemigo. Y no es ETA. Los timoratos del casino no lo tienen tan claro.

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