ABC 01.05.08
LA sociedad española ha demostrado que pocas otras -quizás
ninguna en el mundo desarrollado- la superan en tolerancia de la mentira. Nunca
un Gobierno en democracia les había mentido tanto, de forma tan abierta,
obscena, confirmada y hasta reconocida por los mentirosos. Pero el ambiente
general de indolencia y resignación han llevado a la práctica abolición del
reproche social de la mentira. Se ha generalizado la convicción de que todos
mienten en política y fuera de ella y de que las mentiras gubernamentales son
piadosas dadas las excelsas intenciones de su Gran Timonel. Así las cosas, es
lógico que las mentiras que se refieren a realidades remotas se asuman sin
problema.
Desde hace un par de meses, los medios cercanos al Gobierno
de Zapatero -casi todos cuando hablamos de los audiovisuales- nos ofrecen una
imagen entusiasta de las «reformas» de Raúl Castro en Cuba. Un día venden como
inmenso avance el permiso a los ciudadanos cubanos a entrar en hoteles que les
estaban vedados por ley y lo siguen estando de hecho. Al otro lanzan como
conquista democrática la autorización de compra de ordenadores que,
inasequibles, sirven poco más que de máquina de escribir sin acceso a la red.
Eso sí, cuando las «Damas de Blanco», las mujeres e hijas de presos políticos,
son agredidas por la policía y el lumpen «revolucionario», el hecho apenas
merece mención.
Lo cierto es que la farsa transformista de la dictadura
cubana tiene aquí muchos cómplices. Agotado, salvo para los paleocomunistas más
obcecados, el mito de la Cuba del éxito en educación y sanidad, evidentes sus
miserias profundas y generales, se trata de salvar la cara con la voluntad de
reforma de la dictadura. El mayor aliado del castrismo en Europa es el Gobierno
español. Se volcó en una operación para restar visibilidad a la disidencia y
desactivar las sanciones de la UE contra Cuba tras el macrojuicio de la
Primavera negra de 2003. Desaparecida la oposición de las recepciones oficiales
de nuestra embajada, se llegó en dicha complicidad hasta la grotesca creación de
un órgano bilateral sobre derechos humanos. La mentira de la estrategia del
apaciguamiento es evidente. La desmovilización de la sociedad española en la
lucha contra el régimen castrista es un hecho. Cuando el martes, la miembro de
las «Damas de Blanco» Berta Antúnez, hermana de un preso con 17 años de cárcel
a sus espaldas, presentaba en Madrid la Campaña de Apadrinamiento a presos
políticos cubanos, casi todos los medios de comunicación y los políticos
estaban ausentes. Una vergüenza más. Miles de cubanos se juegan a diario la
libertad en su resistencia como refleja el anuario de «Pasos a la libertad»
distribuido en el acto. No hay siquiera cientos de políticos, periodistas o
ciudadanos en España que sacrifiquen algo de su tiempo por recordarlos. Otro éxito
de las mentiras de Zapatero.
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