ABC 07.07.09
ERA inevitable que llegáramos a ello. En algunos países con
un poquito más de memoria y de vergüenza que el nuestro algunos agitadores
antisemitas y odiadores profesionales de la Iglesia u otras organizaciones
comunitarias habrían ido ya varias veces al banquillo de los acusados. Yo eso
no se lo deseo a nadie. Pero tampoco deseo que cierta basura se publique
impunemente en periódicos y revistas que se pretenden ya no serias sino
mínimamente decentes. Está claro que hay derivas que una vez comenzadas y toleradas
cuando no auspiciadas se convierten primero en una bola de nieve sucia y
después en un alud de basura. Cuando surgen grupúsculos pequeños como los
neonazis de CEDADE u otras organizaciones paracriminales de extrema izquierda o
extrema derecha es muy grave y hay que levantar de inmediato la guardia. Cuando
la basura publicada llega de periódicos semioficiales o habituales portavoces
del poder hay que dar la voz de alarma. Y la subcultura de la descalificación
bajo esta nueva generación del sectarismo izquierdista que hoy parece manejar
las riendas está llegando en España a unos niveles de vómito. Aquí ya no se
debate nada que no quiera el poder. Aquí se difama directamente ya al
discrepante y después es éste quien tiene que demostrar que no es lo que el poder
y sus palanganeros pretenden. Dice el embajador israelí que las caricaturas
antisemitas que publica el diario El País no le habrían sorprendido en un
órgano neonazi. Pero no dice el embajador que esas caricaturas publicadas en un
órgano neonazi hubieran tenido serias consecuencias para los responsables de la
publicación en la mayoría de los países de nuestro entorno.
Pese a todas las esperanzas de los buenistas buenos, de los
indolentes y de los pardillos, está claro que existe la voluntad organizada de
liquidar política o socialmente al que se oponga al tsunami de mentiras
cotidianas del poder. Y que te convierten en fascista o franquista en cuanto
les dices que sus mentiras nada tienen que ver con la realidad. Antes eran unos
cuantos sectarios perdidos por las páginas del izquierdismo más o menos
civilizado. Hoy son una secta muy organizada que crea realidades paralelas desde
el poder y sus aledaños. Si se rezuma tanto odio ideológico y se exhibe tanta
falta de sofisticación para entender el mundo, la historia y las relaciones
humanas, tarde o temprano, el poder mediocre, acosado por su incompetencias y
las fatales consecuencias de la misma acaba recurriendo siempre a los mismos
recursos de autodefensa. Porque el poder mediocre siempre está compuesto por
malas personas y cuando se adhieren al mismo personas honestas dejan pronto de
serlo si no huyen del mismo. Para distraer de la hecatombe de puestos de
trabajo, la pira en la que arden la seguridad, el bienestar y la ilusión de
millones de españoles, de toda España puede decirse, han surgido, procaz, el
dedo acusador de un poder que no se hace responsable de nada, nunca y siempre
tiene chivos expiatorios entre sus enemigos. Son los ricos o los judíos, los
americanos o los fascistas que al parecer se ocultan en la oposición. El
embajador israelí en España hace bien en levantar la voz, pero mientras no
quiebre la indolencia en este país y se levanten las voces de la gente decente,
la miseria seguirá avanzando.