ABC 28.01.09
Estoy realmente conmovido ante la heroicidad de mis
conciudadanos. Su valentía emociona. Han logrado despojar a Francisco Franco de
la presidencia de honor de la Diputación de Lugo. Cuando todavía no se han
cumplido los 34 años de su muerte, políticos de inmenso arrojo han desposeído
al dictador de este cargo usurpado. Lo dicho, coraje es coraje. Ya sabía yo que
íbamos a entrar en esta escalada de la resistencia y del desafío frente al
miedo. Desde que un ayuntamiento catalán de cuyo nombre no me acuerdo puso un
busto del dictador en su sala de plenos y animó a la ciudadanía a que se pasara
por allí a abofetearlo o insultarlo. ¡Denle una colleja al dictador fascista! Y
allá acudieron los luchadores por la libertad a hacer cola en su revuelta
contra el fascismo!
No sé
lo que se gastaron en buscar para comprar un busto de Franco o si lo
alquilaron. Quizás tuvieran un artista local que, con un molde añejo, creara el
rostro al que abofetear en esta gran actuación de los insurgentes. Sé tan poco
de ese gasto presupuestario de escultura, traslado y convocatoria al acto
antifascista como del destino del millón y medio de euros que el ayuntamiento
de San Boix había destinado hace dos años a remodelar su polideportivo. Allí
murieron el pasado fin de semana cuatro niños. ¿Dónde rayos quedaron los euros
de aquel presupuesto? ¿Lo va a explicar de una puñetera vez alguien? ¿Por qué
esta partida destinada a evitar un riesgo manifiesto fue a parar a otra parte?
¿Cuántas exposiciones contra el Franco difunto y la miserable lengua española
ha organizado la Diputación de Barcelona? ¿Habrían podido las instituciones
catalanas financiar con el tuneado del coche del jardinero presidente del
Parlamento Catalán, Benach, unas vigas sólidas para este polideportivo? Ya sé
que soy un puñetero demagogo. Sean héroes. Abofetéenme como al busto.
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