ABC 02.03.09
Pasaron muchas cosas ayer. Y
ninguna buena para los grandes experimentadores e ingenieros sociales de este
país. Hubo ayer un punto de sentido común en dos regiones de España. Y como no
puede ser menos, también dos dosis de mala leche. Hace un mes, el señor Pachi
López estaba ya distribuyendo las consejerías de su nuevo Gobierno. Bastante
malo fue para el partido del muy bisoño Basagoiti que se apresurara a pedir
algunas. Hace un mes, el Partido Socialista y el Bloque Nacional Gallego se
creían dueños del futuro de Galicia y su arrogancia apenas conocía límites. Ya
sabemos, dice el refranero nacional, que los gallegos son muy suyos y los
vascos, muy noblotes. Pero nada ha funcionado de la forma en que se preveía.
Para el Partido Popular los resultados son excelentes visto como estaba el
patio. Pero eso no significa que el PP se crea ahora capitán general. Sus
cuitas existen. Si una candidatura no demasiado brillante como la de Núñez
Feijóo ha tenido éxito, ha sido porque los gallegos tienen aún mucho sentido de
la responsabilidad, es una tierra de experiencias muy duras y las tonterías las
aceptan sólo hasta cierto punto. En el País Vasco está claro que los populares
no han sabido cohesionar el voto constitucionalista y que éste se ha
desperdigado hacia un Partido Socialista cuyo pasado pactista con el
abertzalismo es muy reciente. Otros han ido a la fuerza decidida de Rosa Díez
que no pide perdón a nadie.Muchos se lo agradecen. Pero también ha habido voto
del PP para el PNV. Porque la burguesía vasca, se sienta más o menos española,
está harta de hooligans. Y el gamberrismo político antisistema ha sido apoyado
más por el PSE de los abrazos con Otegi que por el PNV del final de campaña,
tan hipócritamente tecnócrata él. Así son las cosas. Ahora veremos lo que hace
López. Y Zapatero.
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