ABC 16.06.09
NO creo revelar un gran secreto si les digo que he tenido
infinitas dificultades para soportar personal, política e intelectualmente al
ya hoy lehendakari Patxi López. Es más, casi podría asegurar que mi
animadversión hacia su actitud en el pasado hacia el Partido Popular y sobre
todo las asociaciones de víctimas del terrorismo se acercó mucho a la que
siempre he profesado a su antecesor, un personaje que no voy a entrar ahora en
calificar porque el código penal rige para todos y al parecer últimamente un poquito
más para los periodistas. Las mujeres supuestamente maltratadas pueden enviar
con mentiras a la cárcel y a la ruina a sus maridos para montarse un divorcio
conveniente y expeditivo pero algunos periodistas pagan hoy multas por decir no
mentiras sino opiniones. Multas que los dejan tiesos a muchos de ellos pero
ante todo cumplen la perfecta función de disuadir de la opinión. Cierto es que
en Marruecos, Arabia Saudí o Irán te tratan peor. Pero lo cierto es que aquí la
vocación intimidatoria de gobernantes y otros poderosos crece casi tanto como
el paro. Aunque las amenazas sean siempre queridas y el desempleo un daño
colateral del mundo de nuestro gran Alicia.
Pero aunque jamás dejaré de opinar por mucho que se me
insulte por la calle, sí creo que es de buena lid reconocer los cambios de
actitud que dignifican a quienes los hacen y a quienes los reconocen. Y,
sinceramente, pocas cosas me han emocionado tanto últimamente como el encendido
del pebetero de la Academia de Arkaute, una iniciativa que solo puedo atribuir
al Lehendakari y por la que siempre le estaré agradecido. Entiendo este acto
del domingo como un gesto de dignidad y grandeza que invita a la emulación. Hoy
me acuerdo mucho menos de aquel Patxi López que se fue al hotel en Amara a
buscarse apaños con los etarras. Que por supuesto no salieron. Hoy sufro menos
con el recuerdo de aquellos gestos del hoy Lehendakari cuando Mariano Rajoy
apareció en la capilla ardiente de un socialista asesinado. Creo en la
enmienda, tanto en la mía como en la de Patxi López. Y creo que el acto de
Arkaute es uno de esos gestos que tanto escasean en nuestra España y que en
otros países con larga tradición democrática, véase el Reino Unido o Estados
Unidos, forman parte de la vertebración moral de una sociedad sana. «Está cerca
el día en el que no ocultaréis a vuestros vecinos que sois ertzainas». Bella
frase que deseo repita Patxi López a todos los guardias civiles, policías nacionales,
militares y funcionarios que hacen diariamente España en el País Vasco,
acosados -ellos y sus familias. El día en que todos podamos decir quiénes somos
en Euskadi a nuestros vecinos. Sin escolta o contravigilancia. Lo dicho, brindo
aquí mi enmienda agradecida a Patxi López. Emocionado. La suya es mucho más
importante.
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