ABC 03.03.09
ANDA por España en visita de Estado el presidente oficial de
Rusia, Dmitri Medvédev. Ayer fue agasajado por los Reyes, llega con una
amplísima delegación y, según nos cuentan, hoy firmará con el presidente del
Gobierno, Rodríguez Zapatero, una «Declaración de Asociación Estratégica» que
ya veremos qué implica bajo título tan solemne. Vaya por delante que nada tengo
que objetar a la visita del jefe del Estado de un gran país como Rusia. Sus
necesidades de desarrollo y riqueza en materias primas lo han convertido en un
socio muy buscado y cortejado por todos. Tenemos intereses comunes en la
cooperación en muchísimos campos. Aunque después de los años de gran liquidez
por los precios del petróleo y del gas, la Rusia de Medvédev -en realidad es la
Rusia de su jefe, Vladimir Putin- vuelve a una situación de precariedad y falta
de inversión. En todos estos años se han creado muchas fortunas de amigos y
aliados del Kremlin. Y se ha vuelto a instaurar la dependencia total del Estado
de todo el resto de la población, mientras se volvía a exigir máxima obediencia
y sumisión al Estado. Los medios críticos han sido silenciados por la fuerza,
la amenaza o el estrangulamiento económico. Los asesinatos ejemplarizantes de
periodistas o abogados díscolos forman parte de esta política. De su política
exterior también podríamos hablar un poco. De la que hacen con los tanques en
antiguas repúblicas ex soviéticas o con los suministros energéticos como arma
más efectiva tanto allí pero también en los antiguos países del Pacto de Varsovia
y los países bálticos. Las amenazas a su soberanía son de nuevo habituales en
la retórica del Kremlin.
Lo
dicho, nada que objetar a hacer negocios con Putin y su subordinado Medvédev,
elevado por aquél a la Jefatura del Estado. Pero ya que está aquí, convendría
que alguien le hablara de la impunidad de los crímenes intimidatorios, de la
falta de libertades y del matonismo con que su Gobierno trata a otros países,
muchos aliados de España en la Unión Europea y en la OTAN, nuestras auténticas
alianzas estratégicas. El presidente Medvédev ya ha hecho alianzas estratégicas
con Cuba y Venezuela. Y debe de tener algunas otras con socios igual de poco recomendables.
Y
desde luego creo que alguien debiera preguntarle públicamente por Mijail
Jodorkovski, que desde hace más de cinco años se pudre en una cárcel de Siberia
en condiciones muy propias de esos tiempos soviéticos que los libros de texto
de la Rusia de Putin elogian. Y en gran parte emula. Mientras Medvédev da
consejos a España, comienza otro juicio-farsa contra Jodorkovski, uno de los
magnates del petróleo que cometió la osadía de enfrentarse a Putin. Otros que
lo hicieron viven en el exilio. Hace unos días, Jodorkovski fue trasladado los
4.800 kilómetros que separan a aquella tenebrosa cárcel y Moscú. Alguien
debería decírselo. No vaya a pensar que el silencio cómplice es parte de esa
alianza estratégica que Zapatero pretende con Rusia.
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