ABC 07.04.09
ME van a perdonar mi actitud de aguafiestas frente al
desbordado entusiasmo que parece haber despertado, no sólo en la prensa adicta
del Gobierno en este país, la gira supuestamente triunfal del presidente Barack
Obama por Europa. Y que exprese la grima intelectual que me producen las
edulcoradas interpretaciones que hace nuestro presidente Zapatero de unas
intenciones de Obama que ni remotamente conoce. Y que revele mi repugnancia al
baboseo del entusiasmo de todos los seguidores -interesados o no- de la nueva
religión del voluntarismo total en las relaciones internacionales. Hay que
congratularse, en efecto, de que la nueva administración norteamericana,
deseosa de romper con el legado anterior, haya dejado de tratar a nuestros
representantes legítimos como unos parias. Era deseable que Obama mostrara
disposición a la normalidad y palabras amables sin compromiso. También con el
presidente que gratuitamente insultó una vez y llamó varias veces a la
deslealtad contra y nuestra común alianza, la última hace unas semanas.
Aplaudo las mil buenas intenciones del nuevo presidente
norteamericano y su buena educación en este su primer viaje a Europa. Y que
después de sus palabras de cortesía hacia España y Zapatero le dejara a éste
farfullar dos frases y media sobre nuestra voluntad de paz y justicia -otra vez
la Nada- antes de darle un cachete amable en el hombro que parecía responder a
un miedo muy racional a que Zapatero se explayara. Estaría avisado. Al fin y al
cabo el presidente de los Estados Unidos siempre anda mal de tiempo. Él no
puede perder el tiempo con la alegría con la que lo hace el nuestro. Quizás
quiera en algún momento, pero en todo caso no le dejan. Sugiere el gran
columnista Santiago González que hablarían de sus niñas. Tienen dos cada uno.
Es posible. Pero en la breve intimidad con la traductora. Por lo demás, como le
comentaba Goethe a Eckermann en sus conversaciones, nada hay más ofensivo que
hacer perder el tiempo y la paciencia al interlocutor y al público con
obviedades grotescas como son las manifestaciones de la bondad propia. Los dos
quieren a sus niñas y los dos quieren paz y justicia en el mundo. Nadie desea
plagas y terremotos. Al menos no se espera una revelación contraria al
respecto. Para mí Obama es aún una página en blanco que empezará a llenarse
cuando tenga su primera crisis de voluntad y riesgo. Aún no la ha tenido.
Guerrear en la crisis con dinero de los contribuyentes puede ser caro -incluso
letal a largo plazo-, pero no es heroico. Reconozco también que sus
bienaventuranzas sobre el mundo libre de armas nucleares dan cierto miedo. Su
tendencia presbiteriana a no ver más que lo bueno en el enemigo, me recuerdan a
otro presidente, Woodrow Wilson, que con su bondad ayudó mucho a hundir Europa
en el caos, la miseria y el crimen. Respecto a Zapatero, tengo la convicción de
que, después de la conversación sobre las niñas, Obama tiene ya un concepto más
exacto sobre su capacidad y fiabilidad. Si no fuera así, pronto el mundo va a
estar tan aviado como nosotros.
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