lunes, 14 de julio de 2014

MIEDO EN LA SIMA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  13.01.09


COMO estamos lejos de tocar fondo y los daños potenciales son aún inmensos y prolongados en el tiempo, no viene al caso hacer balance del paso por la presidencia del Gobierno del señor Zapatero en materia económica. Aunque llegara al poder en pleno crecimiento económico y hoy nos asomemos al peor abismo en tres generaciones. Aunque asumiera el cargo cuando se creaban puestos de trabajo al ritmo diario en que hoy se destruyen. Aunque recordemos que cuando pisó la Moncloa, España tenía la misma solvencia crediticia de Alemania y hoy su diferencial de riesgo es de cien puntos. Nadie puede augurar dónde y cuándo tocaremos la sima en el deterioro del bienestar de los españoles. Ni cuánto tiempo reptaremos por ella.

Lo que sí queda ya en evidencia es la situación en que van a estar los fundamentos e instrumentos del Estado de Derecho cuando mayor sea la necesidad de invocarlos, aplicarlos e utilizarlos para defender e intentar salvar la paz social, el orden público, la seguridad jurídica, los derechos individuales, la propiedad privada, en fin, por resumir, llamémoslo las libertades. Cierto que ya estamos pagando estos años de masiva complicidad entre el zapaterismo y los nacionalismos, esas otras fuerzas que también creen en la supremacía de la ideología sobre el Derecho y las Leyes. La obscena presión sobre los jueces -más bien intimidación de los mismos- en el juicio abierto y cerrado contra Ibarretxe, López, Otegui y otros es un caso más. De momento de los más escandalosos. Demuestra que para los actuales gobernantes «la supremacía de la política» no es otra que la que evoca Ortega en Nicaragua. Hay diferencias de intensidad, pero no de calidad ni de concepto. Según se agudice la crisis y la presión haga saltar las costuras de nuestro maltrecho tejido social, los gobernantes apremiados estarán cada vez menos preocupados por guardar las formas. La agitación política y social que el zapaterismo y sus socios parecen dispuestos a utilizar para evitar asumir responsabilidades por sus actos promete un ambiente irrespirable. Y peligroso. Se les irá de las manos, como se les fue el domingo la manifestación judeófoba, antioccidental y antisistema que patrocinó el Gobierno contra Israel. No fueron Zapatero y Pepiño quienes atacaron con piedras la embajada. Pero muchos dedujeron de sus palabras que había motivos para hacerlo. Tampoco son ellos ni Montilla los responsables de las amenazas de muerte a Pilar Rahola por defender a Israel. O los hostigados por otras causas. Pero el clima de descalificación y hostigamiento a la oposición y al discrepante que se extiende e intensifica es producto directo de su política y su propaganda. El miedo a las represalias políticas, económicas o laborales por parte del poder determinaba ya las conductas en varios cacicatos autonómicos. Ahora el fenómeno es general. Y único en Europa. En un país sin oposición, unos gobernantes tan resueltos e irresponsables casi garantizan que en épocas de precariedad y angustia haya al final algo más que palabras.

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