ABC 29.04.09
Lo ha sido el presidente de Francia y el presidente de
Colombia, Álvaro Uribe, que saben ambos los que se dicen. Aunque a veces lo
diga muy mal. Aunque a veces parezca un chico malo y gamberro. Porque es
perfectamente correcto e impecable en el arte de mostrar la gloria republicana.
Incluso rodeado de monarcas. Impecable ha sido su mujer que a tantos molesta, a
tantos impone y a tantos inquieta. Porque es, digámoslo, lo que queremos ser.
Guapos, ricos, inteligentes y muy listos. Como quieren ser ellas. O mejor
dicho, quieren ser muchas de ellas. Nuestra querida presidenta consorte
francesa, Carla Bruni, con las permanentes bailarinas, es probablemente una
brujilla. Y muy tramposa. Pero también, y fundamentalmente, es una diosa, una
diosa griega. No nos engañemos.
Pero
lo importante de la señora Sarkozy o Bruni no es eso. Ni siquiera lo mucho más
elegante que sea frente a otras. Lo importante y definitorio, como pasa con la
inmensa señora que siempre es nuestra Reina Sofía, es todo lo que sabe estar
esta jovencita en el momento que importa. Con su diferencia de edad, con su
diferencia de trayectoria, obviamente no hablamos de lo mismo. Mientras nuestra
gran señora que es la Reina lo sabe prácticamente todo en el estar, la niña
Bruni, tan pija ella en tanto, va alcanzando sus mismos niveles, que son la
perfección. Quienes la creen endiosada no entienden la disciplina. Quienes la
pretenden amanerada no saben nada de lo que es, simplemente, el estar.
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