ABC 23.09.08
«LOS atentados nos dan cada vez más asco», nos gimoteaba
ayer desde Ajurianea un Juan José Ibarretxe incapaz de percibir la visita
tramposa que le estaba haciendo en aquel instante el psicoanalista vienés.
Sigmund Freud de paseo por Ajuriaenea. Como la mayoría no sabemos cuánto asco
es capaz de sentir el lendakari, alguien debería haberle preguntado desde
cuándo percibe cierto asquillo a los atentados, cuándo el asco comenzó a
aumentar y si este último atentado en Santoña le produce ya un ascazo inaguantable
o si todavía, con ser mucho, lo considera soportable. No vamos a ser injustos.
Seguro que Ibarretxe lamenta la muerte de ayer como todos los demás políticos
que condenan el atentado y como toda la gente de bien. Pero habrá de comprender
que aquellos que hemos sentido siempre todo el asco posible hacia los
atentados, sintamos ya insoportable la náusea. Por los crímenes, pero también
por la invariable matización que siempre llega. Y vendrá.
La
declaración conjunta y unánime de los partidos es casi impecable. «Reunidos en
el Congreso de los Diputados, máxima expresión de la soberanía popular (era
mucho pedir el término «soberanía nacional») queremos expresar nuestra unidad y
firmeza frente al terrorismo. Creemos en la libertad y la democracia
consagradas en la Constitución Española. Proclamamos que en ella no cabe la
violencia y reiteramos nuestra voluntad de combatir con coraje y fortaleza
democrática a la organización terrorista ETA hasta derrotarla definitivamente a
través de la fuerza exclusiva del estado de derecho». Después sentencia: «A los
autores de este atentado y al resto de los terroristas sólo les espera la
aplicación de la ley, la acción policial y el ejercicio de la justicia».
Demasiado bonito para ser cierto. Aunque explicable por el hecho de que aun no
ha sido enterrado Luis Conde.
Las
salvedades llegarán pronto. De momento ya resulta significativo que algún medio
socialista pretenda que «es la primera vez que en una declaración de este tipo
el PP no expresa ninguna objeción». Ahí está otra vez Freud, no como «lapsus»,
sino como obstinación en la mentira o culminación del cinismo. Lo cierto es lo
contrario. Los únicos partidos firmantes que siempre han defendido lo que este
comunicado expresa son el PP y el UPyD de Rosa Díez. Todos los demás han afirmado
y defendido todo lo contrario en el pasado reciente. Y volverían a hacerlo en
cuanto vieran otra «oportunidad». El primero el propio Zapatero, con sus
veleidades ante cantos de sirena. Ahora, con su coro de inventores del pasado,
nos quiere hacer creer que existe una perfecta coherencia entre su posición de
antaño y la que pretende defender en la actualidad. Ésta no es otra que la
defendida por la AVT, el Foro de Ermua, el PP y Rosa Díez, todos ellos
descalificados y vilipendiados por ello en su día. El intento mismo de fabricar
esta inexistente coherencia -y descalificar ahora a quienes la recuerdan-
alberga la sempiterna falta de honestidad intelectual y política de Zapatero. Y
en ésta radica su nula credibilidad.
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