viernes, 20 de febrero de 2015

BENDITA ISLA AFORTUNADA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  27.03.12


TIENE guasa todo este improbable coro de la reacción lampedusiana, entusiasmado con los resultados del domingo en Andalucía, propagando la bendita nueva de que nosotros somos bien diferentes y se van a enterar los enemigos de la humanidad, los «políticos títeres de la derecha», los mercados y «el capital». No sólo en La Moncloa, no, sino en Bruselas y en París y, por supuesto, en Berlín. Se va a enterar «la Merkel, esa facha» de lo que vale un peine. Pero ante todo Rajoy. ¡Que se habría creído! Que por ganar unas elecciones por mayoría absoluta podía ponerles patas arriba forma de vida, negocietes y cañas. Los más claros y más matones han sido una vez más los dos padrinos del sindicalismo patrio, Toxo y Méndez. Advierten a Rajoy que «aún está a tiempo» de retirar la reforma laboral. Que se la envaine ya y se vaya a Bruselas a decirles que los españoles no queremos ser esclavos como todos esos miserables trabajadores holandeses, alemanes, suecos, daneses o austriacos. Nosotros somos muy nuestros y no toleraremos ni para el más triste de nuestros peones ese infame trato que reciben los empleados, trabajadores y funcionarios de todos esos países donde se han aplicado reformas similares. Nosotros tenemos derechos, irrenunciables, inalienables, indiscutibles. Aunque vivamos en algunos rincones en niveles tercermundistas. Aunque la pobreza irreversible, el paro irremediable, la desidia, la ignorancia, el fracaso escolar, la falta de expectativas, el deterioro general del entorno, los rasgos inequívocos de la miseria puedan parecer un panorama de espanto, lo cierto, nos dicen los orgullosos adalides de la revuelta patria, es que los españoles gozan de unos derechos que jamás lograrán arrebatarles los sicarios del capital, los Gobiernos de los 27 y la Comisión europea. Bendita isla afortunada. Raro que no nos envidien por esto que se defiende aquí con tanto ahínco. Sorprende que no haya movimientos migratorios de trabajadores cualificados alemanes o daneses o  austriacos que huyan de las condiciones infrahumanas que les han impuesto en sus pobres y vapuleadas patrias con índices de desempleo del 4 o del 5%. Resulta chocante que no hagan cola para refugiarse en esta isla afortunada.

Si no fuera por sus amenazas, por su prepotencia y la coacción anunciada para el jueves, nuestros sindicalistas y los más tremendistas de los socialistas y comunistas harían hasta gracia. Parecen dispuestos a autoinfligirse una derrota de la que no se recuperarán. Porque se abrazan a una opción que no existe. Los sindicalistas están librando su última batalla con sus organizaciones clientelares de agitación política. Saben que esta reforma será el final de su negociado. Serían capaces de todo para evitarlo. Y todo es todo. Pero como existe un Estado de derecho, tendrán que aceptar las reformas y eso será el fin de su inmensa trama parasitaria. Este país respirará liberado cuando quede sellada su acta de defunción. Las reformas se harán y se cumplirán por la sencilla razón de que todos los españoles quieren cobrar a fin de mes. Y si no queremos el ingreso en África, así funcionan las cosas. Lo sucedido es una desgracia porque añade otra anomalía más a la larga serie de problemas que España tiene. Pero tiene poco recorrido. En Andalucía podrán pretender un inmenso campo temático de una economía intervenida, centralizada o sovietizada. Que reparta subsidios al margen de la economía europea, de los mercados y de la economía española. En realidad, el éxito de los comunistas que salva el negociado de momento a los socialistas en Andalucía es un brindis al sol. No hay pasta ni pa’ coca. Y los andaluces se darán cuenta bien pronto.

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