sábado, 14 de febrero de 2015

BUENA FE PERO NO CANELOS

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 25.11.11


RECONOZCAN que da un poco de miedo ese optimismo desbordante de los portavoces del Partido Popular cuando hablan de la magnífica disposición del Gobierno saliente a hacer una transferencia de poderes impecable. Nos dicen que Rajoy dice que Zapatero le ha dicho que quiere que la transición y el proceso de relevo sean «modélicos». Y todos parecen contagiados por la aparente convicción de don Mariano de que el presidente en funciones se va a comportar como un auténtico caballero. Y que va a ser ejemplo de probidad, cuentas claras y transparencia para facilitar a las autoridades entrantes un rápido control y una perfecta supervisión del estado de las cosas. Sin menospreciar esta confianza y casi cálida amistad que parecen haberse fraguado entre presidente saliente y entrante en los últimos meses, los que algunos que vemos todo este proceso desde fuera preferiríamos se subrayara la necesidad de esa sana desconfianza que late siempre tras todo control riguroso y exhaustivo. No es que tengamos prueba ni indicio alguno siquiera de que esta vez el presidente Zapatero tampoco vaya a actuar con probidad. Pero como tenemos la memoria intacta de estos últimos ocho años, tampoco tenemos indicio alguno de que Zapatero vaya a cambiar radicalmente su forma de actuar y sorprendernos ahora con un amor a la verdad y a las cuentas claras que no ha tenido desde que irrumpió fatalmente en nuestras vidas. Y nos extraña mucho que ministerios que han estado en manos de inefables personajes de la política socialista tengan unos balances de los que se puedan sentirse ni siquiera ellos muy orgullosos. No hace falta recordar la sima de mentiras que se encontró el nuevo Gobierno de la Generalitat cuando relevó al elenco siniestro del «tripartito» de Montilla o los agujeros sin fondo de tantos ayuntamientos perdidos por los socialistas en las pasadas elecciones municipales.

Quienes conocemos a la izquierda desde dentro siempre nos hemos reído de la candidez proverbial de la derecha. Pero con la memoria tan fresca como la tenemos todos los españoles y, estamos seguros, también la cúpula del Partido Popular, no debería ser difícil resistir a la ofensiva de armonía conciliadora por parte de quienes han perdido. Con la certeza de que no habrían cambiado nada de haber ganado. Y de que, haberles sido favorables los números, estarían consumando su asalto contra la alternancia democrática con la proyectada alianza con nacionalismos y radicalismos de toda jaez, con el mismo total desprecio hacia los perdedores que demostraron en dos ocasiones.Todos deberían recordar que son los mismos que han querido aniquilar al Partido Popular como alternativa y deslegitimarlo con las prácticas más aviesas y antidemocráticas que van del acoso a sus sedes al Pacto del Tinell y el cordón sanitario. Todos compartimos la ilusión de Rajoy por cerrar las heridas abiertas por el «zapaterismo» con su revanchismo patológico, sus insultos sin fin y su permanente acoso y descalificación del discrepante. No queremos ser aguafiestas en estos momentos en los que Zapatero, acabado y humillado por sus propias tropelías, su inepcia y su aventurerismo, muestra su cara más amable. Pero somos muchos los que no le creemos tampoco su actual pose de estadista porque diez años nos han demostrado que todo en él es impostura. Por eso, y sin que sirva de precedente, queremos recordar a los negociadores un aforismo de un especialista en reírse de la candidez de la burguesía que era Vladimir Ilich Lenin y que reza así: «La confianza es buena, el control es mejor». Suena mejor en ruso y alemán. Pero en español tiene la misma, incontestable vigencia.

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