sábado, 14 de febrero de 2015

NUESTRA OPORTUNIDAD

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 22.11.11


NO compareció. Sin más. El presidente del Gobierno no tenía ganas de aparecer ante los españoles el domingo. Acababa de consumarse lo que muchos pronosticaban. Que las catastróficas consecuencias de su ineptitud y aventurerismo político sobre la vida de los españoles iban a extenderse sobre su Partido Socialista. Por supuesto que el hundimiento a 110 diputados que ha cosechado el PSOE no refleja ni de lejos el daño hecho durante estas dos legislaturas a nuestro país. Pero al menos los socialistas tendrán que reflexionar ante los escombros de su partido y su proyecto sobre la responsabilidad de todos ellos al permitir y jalear las tropelías de su Gran Timonel. Dicho esto, creo que todos los españoles nos debemos permitir ahora pasar página. Cuando el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy asuma el poder sabremos realmente dónde estamos. Porque nos permitirá María Dolores de Cospedal no compartir su optimismo sobre el traspaso de poderes. Ella ha dicho que espera sea ejemplar porque así se lo ha anunciado Zapatero a Rajoy. A muchos nos sorprendería que así fuera. Ahora, después de cuatro meses con el país sonámbulo junto al abismo, sin nada parecido a un Gobierno, hemos de esperar casi un mes a tener el nuevo. Van a ser unas semanas angustiosas. Pero mientras pueden pasar cosas. Y buenas. Y muchas pueden fortalecer nuestro ánimo. Falta nos hace. El discurso de Rajoy del domingo fue sin duda la primera de ellas. Su declaración de principios fue una radical ruptura con la forma de gobernar de Zapatero. El anuncio solemne del fin del sectarismo oficial, la oferta integradora y sobre todo el compromiso con la verdad incondicional a una sociedad adulta son aire fresco para acabar con el ambiente de fétida demagogia ideologizada en que hemos tenido que vivir durante estos años. Son los primeros pasos claros para salir de la anomalía de este hospicio de dependientes atemorizados en que habían convertido nuestro país. Es evidente que Rajoy no se ha equivocado con su  campaña. Ni con su muy medida celebración del triunfo. Ahora todo deben ser señales a los españoles y a Europa de que hemos entrado en un tiempo nuevo. Que será distinto a todos los anteriores. En el que la voluntad de rigor y calidad se demostrará con todos los nombramientos, con todas las decisiones. Decía el director de orquesta Karajan que alguna vez puede fallar un tono pero jamás el ritmo. Y nadie puede esperar que no haya disonancias en la ingente tarea de poner a flote esta nave embarrancada. Pero todos los días el ritmo de la palabra y los hechos nos han de recordar que se han acabado las trampas, las improvisaciones y los cambalaches y que estamos en una era nueva de probidad, exigencia ética, responsabilidad y rigor implacable. Todos los Consejos de Ministros nos han de traer, junto a las inevitables medidas de una economía de guerra, decisiones que prueben este compromiso. Cuando a todos los españoles se nos va a exigir que asumamos recortes en nuestra capacidad adquisitiva y nivel de vida, el Gobierno no se puede permitir en ningún momento un fallo de ritmo en esta reconversión general, no ya sólo de la administración, sino de todas las actividades económicas y sociales. Necesitamos más libertad y menos restricciones, más respeto a la ley y menos regulaciones, más lucha contra el fraude y contra la cultura del abuso. Un Gobierno que merezca respeto, por prestigio y eficacia. Para ciudadanos adultos y libres. Si se consigue, cuando comencemos a recuperarnos, quizás veamos que esta crisis se convirtió en la gran oportunidad para hacer cuajar una España mejor.  

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