ABC 19.11.11
El régimen del presidente Bashir al Assad va a caer. Sólo
falta saber cuántos muertos va a costar. Que ayer fueran una docena o cien los
muertos ya es irrelevante para el proceso. Éste es irreversible y ya cualquier
hipotético gesto conciliador de Assad será interpretado como debilidad. El
ejército está en descomposición. Y es cuestión de tiempo, poco, para que suceda
otro tanto en el todopoderoso aparato policial. La nueva pieza en el dominó
árabe caerá. Pero no es una pieza cualquiera. Por eso el desarrollo del
conflicto ha sido tan distinto al de Libia. Y por eso los movimientos de los
poderes geoestratégicos son ya frenéticos en los intentos de los diversos
países de reconducir hacia su interés la implosión del régimen sirio.
El
principal aliado de Assad, Irán, ve con pánico que nada ha podido hacer para
aplastar la rebelión. Y tiene así ya una revolución muy cerca de sus fronteras,
con su componente civil reivindicador de libertades. Que convierte al régimen
iraní en potencial ficha del dominó revolucionario. Y que además pone en
peligro todo su sistema de alianzas en Oriente Medio, al peligrar su puente
hacia Hamás en Palestina y Hizbullah en Líbano. Rusia aún defiende al régimen
aterrada porque las revoluciones árabes, con su componente islamista que tantas
simpatías potenciales tiene dentro de sus fronteras.
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