martes, 10 de febrero de 2015

EL LIDERAZGO DE MERKEL

Por HERMANN TERTSCH
ABC  27.11.10


No está solo el presidente del Gobierno en el furgón de los perjudicados por la fortaleza y el éxito del Gobierno de Merkel, esa hija de pastor protestante a la que Zapatero se apresuró a llamar despectivamente «fracasada». El desprecio es mútuo. Merkel, desde su educación del rigor, no puede soportar la vacuidad y frivolidad del presidente español. Se asegura que detesta todo en Zapatero, formas y fondo, si esto significa algo. Ya le puso la cruz cuando percibió las malas artes de Zapatero en el caso EON y Endesa. Y desde entonces sólo ha visto confirmada su percepción del presidente como un tramposo, el peor desprecio imaginable para una prusiana. Pero en Alemania, los agraviados por su éxito son otros. Toda una generación de líderes democristianos, relativamente jóvenes y muy preparados —conjurados contra Merkel en el llamado «Pacto de los Andes»— han visto cómo se les ha pasado el arroz mientras no dejaba de crecer la figura de esta alemana oriental a la que en su día  subestimaron. La mayoría —en eso la clase política alemana demuestra otro nivel— han recalado en la empresa privada. Ahora Merkel ha recibido más del 90% de votos en su reelección como presidenta de la CDU y todos sus rivales asumen que se jubilarán antes que ella. Sus éxitos son rotundos. El crecimiento de Alemania ya se acerca al 3,5%, el desempleo cae al 6% y varios estados federados hablan ya de pleno empleo. Además Merkel ha dejado claro que piensa dejar huella por algo más que este nuevo milagro alemán. Su desafío a la tradicional política marcada por la supremacía cultural eco-socialista, se ha manifestado ya con la prolongación de vida de las centrales nucleares. Y su política en contra de la falacia multicultural revela que aspira a que, como lograron Adenauer y Kohl, esta era alemana lleve su nombre.  

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