jueves, 19 de febrero de 2015

GAUCK, CARISMA Y CORAJE

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  21.02.12


AYER ya estaban las redes en Alemania agitadas por esas minorías histéricas que tantas veces se hacen pasar por el sentir de la sociedad. Todos los que tienen algo contra Joachim Gauck, ya designado como nuevo presidente de la República Federal de Alemania, pululaban por la red con su venenillo, cierto que barato. No debe extrañar que Gauck provoque irritación. Siempre lo hizo. Y con enemigos peores. Es una gran personalidad. Lo he tratado. Y me atrevo a decir que es la de mayor carácter que llega a este cargo desde Richard von Weizsäcker. Tiene muchas aristas en las que se enganchan las correcciones políticas de cierta izquierda. No sólo es creyente proclamado, sino que fue pastor protestante y uno de los miembros más activos de la iglesia protestante alemana en la RDA. Es un sólido anticomunista porque conoció muy bien aquel sistema. Lo padeció con un padre deportado en Siberia desde el final de la guerra hasta 1955 y con una lucha permanente de su familia contra el adoctrinamiento comunista en su infancia y juventud en la ciudad báltica de Rostock. Allí luchó contra el régimen y acabó como una de las figuras capitales en la movilización de los alemanes orientales que acabó a finales de 1989 con el régimen de Erich Honecker. Después fue el encargado de disolver el ministerio de la policía política comunista, el temido «Ministerium für Staatssicherheit» más célebre como «Stasi». Y por su ya inmensa autoridad moral, el encargado de gestionar los inmensos archivos de la «Stasi». Una tarea muy delicada. De espías y espiados. De tragedias y mil traiciones. Millones de actas. A mí me envió él personalmente las mías. Fue una labor histórica la suya. Ya fue el candidato de la izquierda a la jefatura del Estado hace dos años. Cuando lo presentaron el SPD y los Verdes para competir con el ahora dimitido Christian Wulff. Éste era el candidato de la cancillera Angela Merkel. Y ganó entonces. Ahora tras la ignominiosa dimisión de Wulff, y en aras de lograr una rápida  elección de un candidato unitario, Merkel ha aceptado a Gauck. No ha podido ser buen trago para ella. Pero con disciplina lo ha asumido para evitar más tensiones. Es hora de devolverle a la presidencia el prestigio y la autoridad que tuvo en sus mejores momentos, con Theodor Heuss o con el ya citado Richard Von Weizsäecker. Con Gauck, su carisma y su coraje, es posible. Pero no será un florero. Y podría resultar incómodo para los políticos. Merkel lo sabe.

Que Gauck es un hombre valiente se sabía por su lucha contra el régimen comunista. Pero lo ha demostrado también después al manifestarse sobre cuestiones espinosas que podría haber evitado. Fue un firme defensor de las reformas económicas radicales comenzadas por Gerhard Schröder y el desmantelamiento del anquilosado mercado laboral y la hiperregulación de la economía. Gauck abogó por la responsabilidad individual, la desregulación y la liberalización. También ha sido implacable al tachar de irracionales y antidemocráticos movimientos «okupa», de indignados y antisistema. Partidario de la firmeza en la autodefensa del sistema democrático, frente a amenazas exteriores pero también a las internas. Gauck es un decidido antinazi y anticomunista. Y como tal firmó y auspició con el fallecido presidente checo Vaclav Havel, la Declaración de Praga en la que se exige a los europeos equiparen las dos ideologías criminales del siglo XX, el nazismo/fascismo y el comunismo. Es una dura crítica a esa postura tan extendida entre intelectuales de Europa Occidental de ser implacables antifascistas para tratar con condescendencia a las dictaduras y la historia comunista. Un hombre con coraje, carisma y criterio. Bienvenido sea.

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