ABC 21.02.12
AYER ya estaban las redes en Alemania agitadas por esas
minorías histéricas que tantas veces se hacen pasar por el sentir de la
sociedad. Todos los que tienen algo contra Joachim Gauck, ya designado como
nuevo presidente de la República Federal de Alemania, pululaban por la red con
su venenillo, cierto que barato. No debe extrañar que Gauck provoque
irritación. Siempre lo hizo. Y con enemigos peores. Es una gran personalidad.
Lo he tratado. Y me atrevo a decir que es la de mayor carácter que llega a este
cargo desde Richard von Weizsäcker. Tiene muchas aristas en las que se
enganchan las correcciones políticas de cierta izquierda. No sólo es creyente
proclamado, sino que fue pastor protestante y uno de los miembros más activos
de la iglesia protestante alemana en la RDA. Es un sólido anticomunista porque
conoció muy bien aquel sistema. Lo padeció con un padre deportado en Siberia
desde el final de la guerra hasta 1955 y con una lucha permanente de su familia
contra el adoctrinamiento comunista en su infancia y juventud en la ciudad
báltica de Rostock. Allí luchó contra el régimen y acabó como una de las
figuras capitales en la movilización de los alemanes orientales que acabó a
finales de 1989 con el régimen de Erich Honecker. Después fue el encargado de
disolver el ministerio de la policía política comunista, el temido «Ministerium
für Staatssicherheit» más célebre como «Stasi». Y por su ya inmensa autoridad
moral, el encargado de gestionar los inmensos archivos de la «Stasi». Una tarea
muy delicada. De espías y espiados. De tragedias y mil traiciones. Millones de
actas. A mí me envió él personalmente las mías. Fue una labor histórica la
suya. Ya fue el candidato de la izquierda a la jefatura del Estado hace dos
años. Cuando lo presentaron el SPD y los Verdes para competir con el ahora
dimitido Christian Wulff. Éste era el candidato de la cancillera Angela Merkel.
Y ganó entonces. Ahora tras la ignominiosa dimisión de Wulff, y en aras de
lograr una rápida
elección de un candidato unitario,
Merkel ha aceptado a Gauck. No ha podido ser buen trago para ella. Pero con
disciplina lo ha asumido para evitar más tensiones. Es hora de devolverle a la
presidencia el prestigio y la autoridad que tuvo en sus mejores momentos, con
Theodor Heuss o con el ya citado Richard Von Weizsäecker. Con Gauck, su carisma
y su coraje, es posible. Pero no será un florero. Y podría resultar incómodo
para los políticos. Merkel lo sabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario