ABC 09.08.11
Uno de
los más detestables legados de Zapatero es esa voluntad que ha despertado en
unos españoles de hacer daño a otros
NOS anuncian que la UGT ha
decidido convocar una huelga en el Metro de Madrid durante los días de las
Jornadas Mundiales de la Juventud, es decir, durante la visita del Papa. No
vaya a pensar alguien que es un malentendido, que la han convocado en esos días
unos sindicalistas poco seguidores de las noticias del Vaticano, que ignoraban
que esos días se espera en Madrid a un millón de visitantes procedentes de todo
el mundo. La propia UGT confirma que la huelga se convoca en esos días porque
el aumento del servicio establecido para la visita papal contradice los
criterios de austeridad impuestos en el pasado convenio colectivo. Horas
después de esta nueva, nos enteramos que también los sindicatos en el personal
de tierra del aeropuerto de Barajas convocan una huelga para esos días. Como
ven, una vez más, estamos ante un auténtico alarde de mala fe. Y de desprecio
olímpico a la ciudadanía y en absoluto sólo a los fieles católicos que se dan
cita esos días en Madrid. Uno de los más detestables legados que nos deja ese
accidente histórico que ha sido Zapatero es precisamente esa mala fe, esa
voluntad que ha despertado en unos españoles de hacer daño a otros. Está la
vida cotidiana política repleta de gestos y actos de mala fe hacia quienes no
han participado en esa «oleada progresista» de los últimos siete años.
En los que por un tiempo Zapatero y los suyos realmente creyeron que podrían
crear en España en el siglo XXI ciudadanos de primera y de segunda. Ellos, la
izquierda renacida, los nacionalistas, los independentistas y, ay, también los
terroristas, todos unidos en el progresismo republicano, en esa «democracia
avanzada» del «nuevo socialismo» para hacer morder el polvo a la «derecha
casposa», a los fachas de mierda que habían creído que saldrían impunes gracias
a la trampa de la transición. Y por supuesto a los meapilas del nacionalcatolicismo,
a toda la Iglesia católica, a la que no se dio todo su merecido en los años del
Frente Popular y es otra vez punta de lanza de la reacción y el facherío. Son
las cuentas que hay que saldar, según un mensaje obsesivo, insistente,
permanente que se lanza en series televisivas, en reportajes, en documentales,
en programas basura de sábado noche, en la prensa socialista otrora respetable
y en la que nunca lo ha sido. Y también en las manifestaciones del 15-M, esos
cachorros que intenta cultivar el socialismo, ya desarbolado por la miseria de
sus propios fracasos.
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