ABC 12.08.11
El
juego con las víctimas es repulsivo. Se pretende convertirlas en una especie de
damnificados de un conflicto político solucionado
HAN
destruido el monolito que recordaba en el monte Igueldo a Fernando Múgica. Como
antes destruyeron el de Jáuregui. Como han roto y pintarrajeado tumbas de otras
víctimas. A las que quieren insultar después de muertas. Como quieren herir a
sus familias aun más y todavía, años después de haberles causado el dolor
supremo del asesinato del padre, hijo, marido o hermano. En realidad estos
mensajes violentos del odio incansable son otra forma de exigir la liquidación
total de la víctima, físicamente ya destruida. Por medio de la desaparición de
toda huella del mismo, del paisaje y de la memoria. Como hacen los nazis desde
la guerra con la profanación de cementerios judíos. Dice ahora la Alcaldía
donostiarra de Bildu que restaurarán el monumento. Y lo hará. No quieren
ponérselo difícil al Tribunal Constitucional que habrá de decidir sobre la
legalización de su otra franquicia, Sortu. Pero tienen lo que necesitan. ETA
hace caso omiso a las llamadas mendigantes de Interior y de periódicos
socialistas que intentan desesperadamente adecuar la realidad actual con sus
mentiras pasadas y presentes. Quieren un favor electoral. Parece prometido.
¿Pero por qué iba a cumplir? ETA no ha atentado. ¿Para qué iba a hacerlo si
todo va como quiere? Pero está ahí. Y Bildu es la fuerza dominante en este
verano. Está de moda. Todos, y especialmente el diputado general, Martín
Garitano, un ridículo pelele de la banda, son omnipresentes en la geografía
vasca. Éste, jaleado por los suyos y cortejado por políticos que creen que es
respeto institucional el compadreo con este turbio personaje. Su presencia y el
efecto legitimador para la opción política del terror multiplica la publicidad
a veces inexplicable que los medios dan a su propaganda a favor de los presos
terroristas. Está consumada la entrada triunfal del crimen organizado en las
instituciones. Sin retractarse ni arrepentirse de nada. Muy al contrario,
habiendo visto legitimado su historial terrorista por las autoridades
gubernamentales y judiciales y por una mayoría de medios deseosos siempre de
ayudar a la sensación analgésica de normalidad.
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