sábado, 21 de febrero de 2015

NUESTRAS ALMAS PIADOSAS

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  03.08.12


Iba a ser el jueves la gran fiesta de las almas puras, el día del final del cruel purgatorio impuesto por los avaros y autoritarios. Y no lo fue

ESTABAN empeñados con que era ayer el día en que España se jugaba todo. Nada menos que todo. Convencidos de que, con que un hombre anunciara que iba a hacer lo que ellos quieren, recomiendan, ordenan y exigen, los problemas a resolver serían ya, para todos nosotros, de índole menor. Esperaban y exigían que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, apareciera en conferencia de prensa en Frankfurt para decir que sí, que había hecho caso a todos los que le piden que ponga a la institución que preside a comprar con frenesí toda la deuda que asuste. Y en serio, de forma sistemática. En el mercado secundario y en el primario con trampa, si hiciera falta. Para evitar que los mercados puedan molestar a estos países con intereses que les sean incómodos. Como hace una semana, Mario Draghi dijo en Londres que haría todo lo posible y necesario para salvar al euro y que sería suficiente, todos se mostraron entusiasmados. Porque dicho así, aquellas palabras de Draghi sólo podían ser proclamación explícita de su intención de hacer lo que ellos le exigen desde hace meses que haga. Entonces subió un día la bolsa y bajo un poco la prima de riesgo. Después volvieron los titubeos. Pero todos esperaban al jueves. Para la solución total. Perfecta. La que todos sabían oportuna e ideal. La que pedían a gritos. La que demandaban a coro. Porque estaba clara. Pero ya saben de quién es la culpa de que llegáramos aquí. La tenebrosa, la furiosa Angela Merkel, ya se ve, insatisfecha y mala, no quería. Como muchos alemanes, que nos expolian a diario. Bien se aprovechan de nosotros. Y encima no quieren aflojar ahora la mosca. Esos rácanos luteranos. Por fin, después de hablar Draghi el jueves, se decían tantos, quedaban doblegados esos bárbaros del norte que no saben disfrutar de la pasta. Volvería la cara humana de la economía. Ya saben, el alma. Y la alegría. Y la compasión que no conocen los puritanos, calvinistas o como se llamen esos tristes que disfrutan con el rigor propio y el sufrimiento ajeno.

Nuestras almas piadosas en cambio desean cuanto antes solucionar todos estos odiosos conflictos sociales y laborales que nos atormentan. Y de la manera más directa, rotunda y fácil. ¿Que cómo? Pues pagando. ¿Cómo va a ser? Pagando las subvenciones a los mineros. Pagando a todos. Evitando el ERE en los ocho canales de la televisión catalana. Somos almas piadosas y se nos parte el corazón con los recortes. Pero con dinero barato, esto se habría acabado. Ya no habría malas caras. Ni prisas por desmantelar las subvenciones. A la espera del crecimiento que seguro vendría con tanto dinero barato. Así lo anuncian. Porque estamos sufriendo sin necesidad. Con fabricar dinero se acaba el problema. Contra la austeridad, alegría, gasto y la imprenta. Y volvemos todos a ser políticos y ciudadanos benéficos de estados benéficos. Es lo que nos pide el alma. La de Paul. Ya saben, Krugman. La de Obama. Barack. La de Pérez Rubalcaba, que tiene un alma en la que cabe hasta la de Zapatero. Y también la de Rajoy. Que hace sus deberes al final, pero le cuesta. Y nada le gustaría más que poderse ahorrar medidas que hoy sabe habrá de tomar tarde o temprano. Eso sí, si se puede elegir, que sea tarde. Iba a ser el jueves la gran fiesta de las almas puras, el día del final del cruel purgatorio impuesto por los intolerantes, avaros y autoritarios. Y no lo fue. ¿Nos negó Draghi el pan y la sal? No. Pero puso condiciones para darnos dinero de los demás. Intolerable impertinencia.

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