ABC 30.07.11
Como es habitual desde la atalaya de la izquierda europea y
de forma obsesiva desde la española, los problemas de Gobierno en EEUU los
causan siempre los mismos. Es decir, unos malísimos ultraderechistas agazapados
en el Partido Republicano. Como ahora ademas tienen nombre, este simplismo
atávico es cómodo hasta para titular. Ya saben, el Tea Party tiene la culpa. Y
Obama es una pobre víctima de sus maldades. El Tea Party, la corriente
republicana integrada por clase trabajadora y víctimas de la crisis, quieren
una ley presupuestaria que machaque a los pobres y enriquezca a los ricos.
Tiene poco sentido, como reconocerán. En realidad son ambas partes las que por
razones tácticas han llevado la pugna hasta la actual situación. Lo malo es que
es posible que hayan embarrancado juntos. Y ahora ninguno tenga la movilidad
necesaria para lograr un acuerdo. Obama pidió ayer encarecidamente a los
republicanos que cedan. Y con razón les dice que sus propuestas actuales se
encontrarán con un muro en el Senado. Pero Obama ha jugado como en su día Bill
Clinton a llevar a los republicanos al borde del precipicio. En la confianza de
que la obcecación republicana acabara pasando factura electoral a este partido
y le garantice a él, como a Clinton, una cómoda reelección. Puede que le salga
bien, pero también Obama ha jugado con fuego.
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