ABC 16.03.12
VAYA por delante mi profundo respeto por las aficiones de
dos equipos históricos del fútbol español como son el Barcelona y el Athletic.
He formado parte de la segunda toda mi infancia y juventud. Mucho he celebrado
en San Mamés y en Licenciado Poza durante mi juventud bilbaina. Compaginaba lo
mejor que podía mis amores por el Athletic con las que al Madrid teníamos todos
en el barrio de Chamartín, donde nací. Después pasé muchos años fuera y al
volver algunas cosas eran ya distintas. Entre otras, yo volvía de Centroeuropa
y los Balcanes con una profunda aversión a los nacionalismos. Y pronto pude
comprobar que en la afición del Athletic se había hecho fuerte una corriente
ultra de ese fanatismo que se autodenomina «abertzale». Su afición magnífica y
señorial, querida en toda España, pasó a ser dominada por un núcleo duro que
parecía siempre una manifestación de Batasuna. Que el nacionalismo más borde se
hiciera cargo de la presidencia del equipo tampoco ayudó.
Algo no cambió: me encanta ver jugar al equipo, y no digamos
un día como ayer, en que San Mamés fue un espectáculo y el mejor Athletic en
décadas consumó la espectacular eliminación del Manchester United. ¿Cómo no se
le va a tener simpatía a este equipo? Con la misma razón se puede uno preguntar
cómo no admirar al Barcelona de Guardiola, que ha sido todos estos años una
maquina virtuosa de ganar con un fútbol muchas veces total e inmejorable. ¿Cómo
no respetar a su grandísima y magnífica afición de toda Cataluña, de toda
España y más allá que está entregada a uno de los grandes del mundo y en los
últimos años probablemente el mejor? Con la inmensa mayoría de ambas aficiones
podríamos tener una espléndida jornada de fútbol en la final de la Copa del
Rey. ¿Por qué hay entonces tantas reticencias a esta final en Madrid? Ha habido
polémica porque ha sido imposible celebrar este partido donde por lógica
querían los dos finalistas: el Bernabéu. El Real Madrid dijo que no podría ser
porque había previstas unas obras. Nadie se lo ha creído del todo, deseara o no
que se jugara allí el partido. La afición culé cree que el Real Madrid no
soporta el hecho de que el Barcelona conquiste y celebre otro título en el
Bernabéu. Eso piensa Guardiola. Es posible que sea así. Sin embargo, mucha de
la gente aliviada de que no se celebre en el Bernabéu y preocupada por el
Calderón no tiene ningún problema con una victoria del Barcelona, ni con una
del Athletic. Su problema y el mío no es quién se lleva la Copa. El problema
está con esos sectores de las aficiones de ambos equipos que son grupos
fanáticos de los respectivos nacionalismos radicales. Y que, ya lo han
anunciado, llegan a Madrid a organizar un aquelarre independentista con todas
las ofensas posibles y pensables contra España, su capital, y el Rey, que
estará en el estadio.
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