jueves, 19 de febrero de 2015

AHMADINEYAD Y SUS AMIGOS

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  13.01.12


EL presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad estaba de gira por los regímenes peores de Occidente y por lo tanto tenía parada obligatoria en La Habana. Allí habita el icono aun viviente de todos estos caudillos que, a principios del siglo XXI, combinan las peores taras de los dictadores militares fascistas con la mugre ideológica de un llamado «socialismo del siglo XXI» que no es sino comunismo del quiero y no puedo. Castro, es sin duda el gran campeón de los gestores de la miseria, la cobardía y el miedo, porque con la administración de todo ello lleva cincuenta años en el poder. Y eso es lo que pretenden Hugo Chavez, Daniel Ortega y el propio Ajmadineyad. Todos sueñan con garantizarse la explotación de los recursos de su país y el gobierno militarizado de sus gentes durante medio siglo. No es previsible que lo consigan. El pobre Ahmadineyad es el que está en peores apuros. Por eso ha salido al extranjero a producir fotografías que puedan dar su imagen en los medios iraníes como un hombre con amigos, un estadista con agenda, un líder arropado. Tal como están el propio Ahmadineyad y su país, ha tenido que conformarse con ir a las capitales lumpen del hemisferio. Sus intentos de convencer a la presidenta brasileña Roussef de que le diera un breve abrazo en tierra brasileira fracasaron. Por ello, toda la gira ha sido un encuentro con iguales. Con dictadores cuyo interés se centra básicamente en su supervivencia con la administración racional de fraude, brutalidad y terror para perpetuar el sometimiento de unas poblaciones en creciente miseria. Ahmanineyad necesita popularidad porque en casa se le complican las cosas. Su enfrentamiento con el líder espiritual Alí Jamenei no lo puede ganar. El recorte de poderes al que Jamenei le ha sometido desde su fraudulenta reelección en 2009 le hacen presidente en permanente precariedad. No se sabe en qué medida apoyan los clérigos y el propio Jamenei sus baladronadas contra Occidente. Pero la situación interna en Irán se ha deteriorado gravemente, con una insatisfacción creciente de todas las capas de la sociedad, incluidas las más bajas que le auparon al poder. Y el reforzamiento de las sanciones no le auguran mejora alguna. Así las cosas, nada como una buena ración de odio antioccidental desde otros países. Para demostrar que no está aislado y pretender un liderazgo en una alianza contra el gran Satán que son EE.UU. e Israel. Eso siempre vende. No ya por supuesto en una juventud iraní que ya ha sido aplastada sangrientamente en 2009 cuando se levantó contra Ahmadineyad. Entre los iraníes menos informados. Y, eso sí que es una juerga, entre cierto tipo de izquierdistas europeos. Cualquier esperanza de ofender o amenazar a Occidente, y sobre todo a EE.UU. y a Israel, es recibida con aplausos entusiastas por quienes desde el hundimiento de la URSS andan huerfanitos. Aunque tengan que abrazarse a caudillos grotescos como Chavez u Ortega, al patético anciano desalmado de Castro o a un Ahmadineyad que ahorca homosexuales con la misma alegría que mujeres desobedientes. No son sólo los fanáticos izquierdistas que las sociedades abiertas occidentales generan y que odian al sistema democrático pero jamás emprenden la huida del mismo hacia países más afines con sus ideas. También esos calculadores negociantes entre dos aguas. Los que dan lecciones de democracia mientras pasean ufanos de la mano de los poderosos en un país sumido en la miseria y el miedo. Con tanto desprecio hacia los perseguidos por Castro como a los ahorcados por el fanático iraní. Son los VIP occidentales en las dictaduras. Esos otros amigos de Ahmadineyad.

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