Por HERMANN TERTSCH
ABC 14.01.12
Lo cuenta el «New York Times». Y tiene mucho sentido. El
presidente norteamericano Barack Obama ha hecho llegar por canales secretos un
mensaje a la cúpula del régimen iraní. En el mismo deja claro que Teherán debe
tener la certeza de que un bloqueo del estrecho de Ormuz supondría que Irán ha
cruzado una línea roja que haría inevitable una respuesta de Estados Unidos y
sus aliados.
Que esta respuesta sería militar es obvio. Todas las medidas
de presión no militares se están aplicando ya, cierto que con lentitud
exasperante, pero no sin resultados, como revelan las poco disimuladas
angustias del régimen iraní. Se especula sobre quién ha sido destinatario de
esta advertencia de Obama. Se sugiere que Washington ignora al presidente
Mahmud Ahmadineyad y se dirige a la cúpula de clérigos y en especial al líder
supremo de la República Islámica, el ayatollah Ali Jamenei.
Las diferencias entre Ahmadineyad y Jamenei son de dominio
público. Aunque les una la retórica agresiva contra el enemigo mortal, los
analistas apuntan a que existen diferencias en la valoración de la situación
creada por la apuesta nuclear. Las sanciones impuestas por EE.UU. y
paulatinamente por la UE tienen ya una seria repercusión en la situación
general interna. Y dentro de días la UE aprobará otro paquete de medidas más
severas. La presión sobre el régimen aumenta. Desde fuera y desde dentro.
Es difícil calcular los efectos que tiene en Teherán el
drama de Siria. Allí, el único aliado real de Irán en la región, el régimen de
Bashir el Assad, está herido de muerte. Es pieza clave e insustituible para
todo el concepto geopolítico de Irán en su entorno y Oriente Medio. Por su
propio poder, por su frontera con Israel y por ser el vínculo directo con su
principal instrumento que es Hizbulá en el Líbano y en menor medida Hamás en
Gaza. Con las sanciones asfixiando su economía y generando insatisfacción y
tensión en el interior, la bandera de la independencia y el desafío al enemigo
exterior con su proyecto nuclear puede no ser suficiente para impedir la
desestabilización interna.
Todo ello puede llevar al régimen a la apuesta suprema que
es el bloqueo de Ormuz. Ahora se le advierte que sería «casus belli». Irán
puede bloquear el estrecho. Pero sus fuerzas serían diezmadas por una
intervención de EE.UU. y sus aliados. Con lo que harían además un gran favor a
su peor enemigo que es Israel.
Teherán ha jugado hasta ahora con la indecisión europea y
con la certeza de que Obama en año electoral evitaría a toda costa una nueva
aventura militar en el exterior. El mensaje de Obama advierte a Teherán de que
no deben haber lugar al malentendido. Que no jueguen con la carta equivocada.
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