jueves, 19 de febrero de 2015

LA SINIESTRA PAREJA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  10.01.12


HABRÁ a quien le sorprenda, pero nada hay hoy más lógico que la alianza entre el fanatismo islamista y los proyectos residuales del marxismo-leninismo que encarna el llamado «socialismo del siglo XXI» en Latinoamérica. Tiene por tanto sentido ese abrazo que se dan ahora en Caracas dos de los líderes mundiales que más odian a Occidente. El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadineyad y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez tienen en común ese odio. Y tienen en común el miedo. El miedo a sus propios pueblos y el miedo a la sociedad abierta que los condenaría, como a tantos sátrapas antes, al basurero de la historia. Todos los proyectos totalitarios tienen por enemigo común a Occidente que es la sociedad abierta. Y todos los proyectos totalitarios, salvo hoy quizás el chino —y nadie sabe durante cuanto tiempo— tienen graves problemas de funcionamiento. Sus programas «emancipadores» acaban todos siempre, tarde o temprano, de forma irremisible, en la miseria generalizada de sus súbditos. Por lo que el conflicto entre la sociedad o el poder se hace inevitable. Todas las sociedades frustradas por la pobreza y falta de libertad buscan su inspiración en las sociedades democráticas avanzadas de Occidente. Antes los regímenes dictatoriales podían impedir con mayor o menor éxito que sus súbditos tuvieran conocimiento de la existencia de esas sociedades que se caracterizan por la libertad, la prosperidad y el desarrollo. Hoy esas barreras al conocimiento son imposibles hasta en los regímenes más encanallados como Corea del norte. Las revoluciones democráticas habidas en las últimas décadas han hecho que los regímenes totalitarios sean cada vez menos. Ahora asistimos a un terremoto político y social en los países árabes que arrolla a las viejas dictaduras. En todos ellos proseguirá la lucha entre el fanatismo y la sociedad abierta. Pero en ninguno de ellos se ha impuesto de momento el islamismo radical antioccidental. En todo caso, ninguno de ellos se ha proclamado aliado del Irán de Ahmadineyad.

La siniestra pareja comparte problemas. Los dos gobiernan en países de ingente riqueza petrolífera. En los que pese a ello se vive cada día en peor miseria. En los que es cada vez mayor la presión de la juventud y las clases educadas en favor de unas libertades que ellos niegan. Ambos andan por el mundo buscando desesperadamente aliados. Han perdido a Gadafi, están a punto de quedarse sin Assad, Mugabe se halla momificado en vida, Castro poco menos y del nuevo dictador coreano poco se sabe aun. También son conscientes de que Rusia y China pueden hacerles favores. Pero puntualmente. Son líderes apestados despreciados fuera y dentro de sus fronteras. La gira de Ahmadineyad por Latinoamérica es un intento más o menos patético de romper ese aislamiento, cada vez más débil por mucho que escenifique bravuconadas en el estrecho de Ormuz. Visitará además de Venezuela al inevitable Castro en Cuba, al despreciable presidente Ortega en Nicaragua y al fervoroso antiyanqui Correa en Ecuador. Son representantes de estados fracasados y regímenes proscritos. Y son débiles. Pero sería un error infravalorar su peligro. Venezuela sirve de hecho de cabeza de puente en Latinoamerica para la infiltración del islamismo radical. Con el antisemitismo y el odio anticapitalista por bandera. Especialmente hacia Brasil, el país destinado a ser la potencia del subcontinente. Los proyectos militares conjuntos existen. Y tienen mucho que ver con la carrera nuclear de Irán. Se aferran al arma atómica porque creen que con ella podrán utilizar el chantaje para garantizar su supervivencia. Imagínense a todos estos regímenes despreciables, armados por Iran, en alianza nuclear. Hay muchos motivos para acabar con este sueño de los peores.

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