ABC 11.09.12
Cada vez son más los indicios de que el PSOE puede haber
entrado ya en la senda del PASOK, para dejar de ser fuerza alternativa
ES comprensible que Alfredo Pérez Rubalcaba quisiera que,
por primera vez, la reunión del comité federal, incluido el informe del
secretario general, se celebrara a puerta cerrada. Toda realidad sobre la
situación, expresada en público, les haría daño tanto a él como al partido. Y
es que no hay nada bueno que contar. Cada vez son más los indicios de que el
PSOE puede haber entrado ya en la senda del PASOK, para dejar de ser fuerza
alternativa. O incluso de haber perdido pie ya en el sumidero por el que se fue
otro partido socialista, también centenario, que no pudo sobrevivir a la crisis
en que lo sumió su último líder, Bettino Craxi. Se trata del PSI, un partido
que ya no existe. Que Zapatero podía revelarse a medio plazo como el elemento
letal para el PSOE que Craxi fue para el PSI, es una posibilidad que ya comenzó
a oírse mucho antes de que se revelaran los auténticos y profundísimos
destrozos de esa década. Ahí está ahora ese tándem desasistido de Rubalcaba y
Valenciano para administrar escombros en el fondo de un pozo cada día más
profundo. Confundidos y desarbolados, pero no más que sus rivales en el
partido. Eso que se dio en llamar chaconismo carece ya de otro elemento
diferenciador que la hostilidad a la actual dirección. Al final, todo el triste
comité a puerta chapada está condenado a ver como el único debate en torno a su
inexistente política lo protagoniza un personaje de extravagancia marginal y
chusca como Tomás Gómez. El brutal rodillo de la realidad ha ido destruyendo,
implacable, todos los planes socialistas de reagrupamiento tras el colapso del
20-N. Su esperanza andaluza, un regalo inesperado de la parsimonia del
marianismo y la cobarde dejadez del arriolismo, se les ha hundido porque un
régimen quebrado y encausado no sirve de contramodelo. Y nada les funciona. El
pasado inmediato es tan terrible, pesado y omnipresente, que todo lo que
intentan decir los socialistas se convierte, nada más pronunciado, en sarcasmo.
De nada pueden acusar al Gobierno, sin que todo lo dicho parezca referirse a ellos
mismos. Y el Gobierno de Rajoy puede estar lanzado a una carrera de
incongruencias y errores, pero nada de lo que contra él se dice fortalece ya
posiciones socialistas.
Zapatero ha dejado al PSOE incapaz de gobernar e impotente
para toda oposición. La sociedad española que lo percibe, le propinó primero la
humillación de la derrota en las elecciones. Y hoy se ensaña en la
descalificación de su labor de oposición. Que el PP pierda desde las elecciones
14 puntos en opción de voto es algo normal. Dada la situación general, las
medidas que se han tomado, las que no se han tomado y sus dificultades y
torpezas para explicar unas y otras. Pero que el PSOE haya perdido cuatro puntos
desde su suelo humillante de las elecciones es algo mucho más significativo.
Como lo es que los dos partidos que pugnan con el PSOE por el mismo electorado,
Izquierda Unida y UPyD, hayan subido ambas en torno al 4 ó 5 por ciento.
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