ABC 31.01.11
Grupos de jóvenes, en camionetas y motocicletas recorren los
barrios a pie, armados con barras de hierro, machetes, katanas y armas de fuego
robadas de las comisarías
Los
motores de los carros de combate rugen por el centro en un esfuerzo por
multiplicar su presencia mientras los blindados del ejército se
mantenían apostados en torno a edificios oficiales. Pero el
entusiasmo de los manifestantes, con sus vítores y aplausos a los soldados que
los paseaban mientras cantaban eslóganes contra Mubarak, desaparece en cuando
uno se aleja hacia barrios periféricos en los que el orden público ha colapsado.
Después
de los violentos ataques en los que se vio arrollada por los manifestantes, la odiada policía ha desaparecido. Y el
pillaje y los asaltos se han extendido por todo El Cairo. Grupos de jóvenes, en
camionetas y motocicletas, pero también en pequeñas hordas recorren los barrios
a pie, armados con barras de hierro, machetes y katanas, además de armas de fuego robadas en los asaltos a las comisarías.
Siembran
el terror, roban y asaltan comercios, negocios de todo tipo y casas
particulares. Y establecen controles en las calles para asaltar a los
conductores. Ante la desaparición de la policía, los vecinos se han organizado
en patrullas de vigilantes y somatenes que han colocado barricadas en las
entradas de sus calles y,
armados con todo lo que tienen a mano, incluidas escopetas de caza, machetes y
barras de hierro, controlan el tráfico e intentan disuadir a los saqueadores.
En todo el país han sido liberados miles de presos y no todos precisamente
políticos.
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