jueves, 19 de febrero de 2015

CARMEN SCHRADER (1914-2012) JUSTA ENTRE LAS NACIONES

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  08.03.12


Las grandes tragedias del siglo XX nos demostraron cruelmente las atrocidades de que es capaz el ser humano envilecido por ciertas ideologías. Pero nos dejaron también testimonio de la heroicidad, de la bondad y grandeza de tantos seres humanos que en las peores y más peligrosas circunstancias no miraron hacia otro lado ante la injusticia y no renunciaron a su humanidad y compasión.

El pueblo judío, la mayor víctima colectiva del peor crimen de la historia, el Holocausto, instituyó, después de la pesadilla y ya asentado en Israel, una bella forma de agradecer la bondad y el coraje en la ayuda a los suyos por parte de personas no judías. Los supervivientes del Holocausto querían dejar testimonio también de las gestas bellas de humanidad que se dieron en el marco de aquella monstruosa pesadilla criminal que engulló a más de seis millones de judíos. Es el título de Justo entre las Naciones, con cuyo nombramiento agradecen Israel y el pueblo judío a alguien sus esfuerzos por salvar vidas de judíos durante el nacionalsocialismo. Todos ellos tienen un árbol que el memorial Yad Vashem dedica a estas almas nobles y valientes, tan escasas, tan valiosas.

Entre esos árboles hay uno dedicado a una española por matrimonio, cordobesa por adopción, Carmen Schrader Angelstein, que ha muerto ahora a los 99 años de edad. Su marido, el diplomático cordobés José Ruiz Santaella, era otro de los solo cuatro españoles honrados con árboles en el Bosque de los justos.

Se llamaba Waltraud hasta que abandonó el protestantismo y su nombre por el catolicismo y el de Carmen para casarse con el joven diplomático agrónomo cordobés que había conocido en Alemania. Cuando se casaron en Halle, donde él ampliaba estudios, ya regían las leyes racistas de Nuremberg por lo que José tuvo que pedir un certificado a Baena de que no tenía sangre judía. Volvieron a España, pero en 1942 él recibió la oferta de hacerse cargo de la agregaduría de agricultura en Berlín. Llegaba a la embajada española en plena guerra, aun en tiempos triunfantes para Hitler. Pero pronto habrían de cambiar las tornas.

Ya se había producido ese mismo año, en enero, la Conferencia del Wannsee en la que se estableció la liquidación total de los judíos en Europa. Los campos de exterminio, las cámaras de gas, los hornos crematorios trabajaban ya sin descanso.

Fue entonces cuando Carmen Schrader y su marido José Ruiz Santaella demostraron una calidad humana extraordinaria en el sentido estricto. ¡Ay si hubiera habido más! Y también su coraje. En aquel ambiente de asfixiante dictadura en guerra, enloquecida en su mensaje de exterminio de los judíos, ellos no miraron hacia otro lado. Y salvaron unas vidas y por tanto ayudaron a salvar todo el mundo, como reza un dicho judío. Durante más de dos años escondieron en su casa a Gertrud Neumann, Ruth Arndt y su hija Lina Arndt, tres mujeres judías. Ellas tenían que haber partido en tren hacia la muerte en el este. Muchos años después, en octubre de 1988, ambos fueron distinguidos por el memorial Yad Vashem de Jerusalén con el título de Justos entre las Naciones. Carmen era la última en morir, de los cuatro españoles –incluido su esposo– distinguidos por Israel. El testimonio de la gesta de humanidad de Carmen y su marido los sobrevive.

Carmen Schrader Angelstein nació en Sajonia en 1914 y falleció en Córdoba el 27 de febrero de 2012. Se casó con el diplomático español José Ruiz Santaella y estuvieron destinados en la Alemania nazi. En ese tiempo acogieron en su casa a tres mujeres judías a las que libraron del exterminio, lo que les valió ser reconocidos en Israel como Justos entre las Naciones.

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