ABC 15.05.12
HOY es 15 de mayo, día de San Isidro y además 15-M. Para
quienes no lo sepan, que quizás los haya, el 15-M es la fecha en la que surgió
un movimiento que reflejó, dicen, un estado de ánimo de la humanidad y que,
auguraban, abriría una nueva era. «New Age». Como la de Acuario. Ese día se
produjo –nadie lo dude y si lo hacen busquen en la wiki–, un evento sideral, en el cual los planetas
del sistema solar de alinearon en una especie de «danza cósmica» que se reflejó
aquí abajo en unos bailes humanos de celestial armonía en una plaza céntrica de
una ciudad europea. Era Madrid. Todo empezó con indignación y buenas
intenciones, una combinación que no siempre tiene consecuencias virtuosas.
Muchos españoles decidieron manifestarse contra unas condiciones de vida que la
crisis económica deterioraba de forma continua. La situación en España había
comenzado a mostrar sus primeros síntomas claros de podredumbre allá por
finales del 2007. Pero en marzo del 2008 había elecciones y el presidente del
Gobierno había decidido que todo iba bien en nuestra Arcadia carpetovetónica.
Quienes no pensaban lo mismo y se atrevían a decirlo eran ridiculizados y
marginados. Y el pueblo bailaba feliz con regalos y cheques de 400 euracos por
aquí y 2.500 por allá. Y votaron al que decía que todo iba guay. Y las cosas se
siguieron pudriendo. Pero en silencio. Hasta que aquel 15-M salieron de repente
a la calle muchísimos españoles. Mogollón. Sobre todo de los que habían votado
al gran brujo repartidor feliz. Salieron a quejarse de que éste ya no repartía
nada. No para pedirle cuentas directamente a él y a su gobierno. Salieron a
maldecir a la política y a todos los políticos. Y a decirnos cosas tan
originales como que «tengo un sueño», «merecemos la felicidad» o «tenemos
derecho a todo». Lo recordarán ustedes. Todo era magia y armonía espiritual. Al
menos eso pretendían viéramos. Todos los medios de comunicación, ocio y
entretenimiento del planeta Tierra tuvieron noticia de aquel
inaudito acontecimiento cósmico. Y los
medios de información –savia de nuestra
sociedad moderna–, que ya sabemos cómo son de ansiosos en la búsqueda de
«noticias con alma», enloquecieron. Los medios españoles no fueron ni mucho
menos los peores en aquellos días de mayo del 2011. En aquel disparate
informativo compitieron el NYT con
la prensa amarilla mundial, la BBC con RadioCaracol, la FAZ con Al Jazeera y El
País con Público.
La hipérbole cósmica duró miles de horas de programación y bosques finlandeses
enteros en páginas de reportajes merengosos, análisis sesudos e informaciones
rimbombantes. Y al final, el cántico a la juventud divino tesoro y el «abajo la
crueldad» duró lo que duró. Pronto se vio que todo aquel espectáculo, una vez
despojado de la ingenuidad inicial, era un proyecto de somatén para un
izquierdismo que quedaba huérfano y desasistido por quiebra de su mentor, el
mago fracasado, el Atila de León. Un año más tarde, los medios internacionales
han vuelto a la cordura. Y han informado escuetamente del aniversario. Los
españoles no. Televisiones privadas hacían programas especiales. La televisión
pública, dedicada «full time» a la agitación contra el Gobierno de la nación,
convocaba a las manifestaciones. La prensa volvía a disparatar. Y las radios
privadas y públicas deliraban con la «nueva era». La esperpéntica
sobrerrepresentación de la izquierda en los medios españoles volvió a revelarse
como tóxica para la calidad de información de nuestra sociedad. Aparte de
cosechar el consabido ridículo cósmico. Y al final, los datos impertinentes:
Todos los manifestantes del 15-M en toda España cabían en el Bernabéu. Y
dejaban calvas.
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