Por HERMANN TERTSCH
ABC 12.06.12
En España hay especialistas pero el Gobierno los tiene
enfrente. Ayúdense, cómprense unos clásicos de autoayuda
ARTHUR Schopenhauer era un pensador alemán dicen que no
bienhumorado. Y se le ha acusado de todo. Pero desde luego no de indolente ni
ocioso. El asunto de la voluntad le entretuvo mucho. Era un niño rico que podía
haber pasado la vida dedicado a los balnearios, a las señoras y al juego, pero
se obstinó en el estudio y en el calor metafísico de las ganas del hombre por
hacer cosas. Entre las muchas que él emprendió estuvo la traducción del
«Oráculo manual y arte de prudencia» de Baltasar Gracián al alemán, con
considerable eco por cierto. Aquí parece que ya nadie lee o recuerda los 300
aforismos o sentencias del genio barroco. Lamentablemente, porque ahora que tan
de moda están los libros de autoayuda, toda la obra de Gracián, pero en
especial el Oráculo, está lleno de sabios consejos sobre lo que hacer o no para
salir airoso de las situaciones, no cometer errores innecesarios y manejarse
con prestancia y soltura en la vida. Un tratado de moralidad y mundanidad, una
asesoría general y un «coaching», todo en un libro disponible en ediciones de
bolsillo. Lo que necesita el Gobierno. Podría distribuir ejemplares no ya entre
los dirigentes sino a todos los votantes con el sueldo de alguno de esos
asesores que no parecen tener otro consejo que el de «perpetuum inmobile». Y
que sin duda habrían de ser fervientes enemigos de Schopenhauer por eso de que
éste habla del «triunfo de la voluntad». Terribles palabras -tan faltas de
moderación- que llevarían a cualquier joven aparatchik del partido del
gobierno, de esos deseosos de ser el mejor objeto pasivo del abrazo
socialdemócrata, a tachar de facha al pobre Schopenhauer. Pero vayamos a
Gracián. Hagan la prueba. Abran por donde quieran el Oráculo y tiene consejo
para Rajoy y su gente. (107) «No mostrar satisfación de sí. Viva ni
descontento, que es poquedad, ni satisfecho, que es necedad. Nace la satisfacción
de los más de ignorancia y para en una felicidad necia, que, aunque entretiene
el gusto, no mantiene el crédito…» (152) «Nunca acompañarse por quien le pueda
deslucir, tanto por más cuanto por menos». (157) «No engañarse en las personas
, que es peor y más fácil engaño. Más vale ser engañado en el precio que en la
mercancía». O miren: (182) «Un grano de audacia con todos es importante
cordura». Dirán que tampoco les vendría mal algo de consejo a la oposición. Sin
duda hay también en el libro de Gracián consejos contra la procacidad en la
obra y la palabra. Pero a gentes como Rubalcaba y otros corresponsables -por
cómplices de Zapatero- en las causas directas de nuestra tragedia nacional, hoy
sólo se les puede recomendar que callen si encuentran algo de vergüenza. Pero
para tener un revival en la España del siglo XXI, a don Arthur no le valía con
Gracián, para el que no es mediador requerido. Por eso debió escribir «El arte
de tener razón», otro librito de autoayuda, éste del XIX. Es un manual de «dialéctica
erística» para el arte de disputar con objeto de ganar siempre, «per fas o
nefas», es decir por las buenas o las malas. Son 38 maniobras dialécticas para
imponer la razón propia. Como si fueran llaves de yudo, pasos de baile o
movimientos de esgrima, Schopenhauer explica las artes de lógica y dialéctica
para ganar en buena lid. Al final está la más vil. No «ad rerum», ni siquiera
«ad hominem», sino «ad personam». Son el insulto, la descalificación y la
ofensa. En España hay especialistas pero el Gobierno los tiene enfrente.
Ayúdense, no sean tímidos y cómprense unos clásicos de autoayuda.
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