viernes, 20 de febrero de 2015

CÓCTEL CON CANÍBAL

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  04.05.12


HAY personajes muy, muy poco ejemplares que generan en mí arrebatos de admiración. En algunos me impresiona sobre todo la sangre fría y la presencia de ánimo, los reflejos, el desparpajo y, también, es cierto, la cara dura. Hace semanas, una mezcla de todo ello fue un alarde del saber estar del octogenario Bernie Ecclestone, el gran pope de la Fórmula Uno. Fue cuando le preguntaron si iba a celebrarse por fin el Gran Premio de Bahrain, pese a los graves disturbios y las denuncias de bárbaras violaciones de derechos humanos. Bernie miró al periodista con cara de estupefacción. Su jovial respuesta, algo así como un «por supuesto, cómo se le ha podido ocurrir a nadie otra cosa», desarmaba a cualquiera. De hecho, después de oírlo uno se sorprendía a sí mismo pensando «¿Cómo he podido, so imbécil, llegar a pensar en otra cosa». Así son las cosas. ¿Qué tendrá que ver que se torture a cien chiíes en un calabozo en Bahrain con que cientos de millones de humanos disfruten con una maravillosa carrera que no sólo es un suculento negocio para unos pocos sino medio de vida para muchos? Esto ya no lo dice Bernie. Lo pregunto yo.

En Bahrain se seguiría torturando aunque el viejo Ecclestone sufriera una transmutación extrañísima y decidiera, por amor a unos improbables derechos humanos, abandonar aquel negocio y dejar que las dunas del desierto devoraran el circuito. Todos disfrutan en un buen cóctel o un reparto de regalos, aunque quien pague, con o sin diamantes, sea un caníbal. Véase a los españoles que hacen negocios en Cuba. ¿Vivirían aun muchos de los asesinados en las cárceles del castrismo si el régimen hubiera tenido menos socios? Nada nos hace pensar que Castro hubiera matado menos, torturado menos, generado menos dolor y miseria por el mero hecho de tener menos negocios con españoles y gozar de menos complicidad bien pagada de ciertos periodistas españoles. Por lo demás ahí está China, donde se ejecuta más, se tortura más, se persigue más, se corrompe más. Y allí todos son Bernie. Lo fueron en los Juegos Olímpicos. Hasta los que creen una monstruosidad que Ecclestone vaya a Bahrain consideran impecables sus negocios en China. Arguyen que renunciar a los negocios sólo crearía paro, menester y sufrimiento. Y no evitarían ni una ejecución en China. No ahorrarían ni una bala en una nuca.

El problema se presenta ahora de repente. Un acontecimiento: la gran fiesta de la Eurocopa en junio. Unas circunstancias: se quiso premiar con razón a Polonia y dar un incentivo a Ucrania. Polonia ha cumplido, Ucrania no. No es ya que no estén terminados los estadios, que no lo están. Es que el presidente Yanukovic, un híbrido perfecto entre aparatchik y mafioso, ha consumado la perfecta involución. Y su gran mensaje al país fue encarcelar a la exprimer ministro, Julia Timoshenko. No es ella un angelito. Pero no se robó allí más con ella que con los demás. Su juicio farsa fue del estilo del de Mijail Jodorkovski en Moscú. Ahora Timoshenko está en una dramática situación en la cárcel. Un detonante: El nuevo presidente de Alemania, Joachim Gauck, decidió hacerla caso. Y suspendió un viaje a Ucrania. Merkel tampoco quiere mezclarse ahora con «caníbales». Ya ha dicho, tan futbolera ella, que no va a la Eurocopa. Y ayer fue la Comisión Europea la que anunció en bloque su ausencia. Yanukovich ofendidísimo. Un balance: la gran fiesta del fútbol, circo en directo para cientos de millones, puede ser entretenido campo de pruebas para comportamientos, cálculos de moralidades, dignidades, principios y también mucho aspaviento.

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