domingo, 22 de febrero de 2015

DE LA VILEZA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  16.10.12


El gozo en el daño al prójimo surge de ese odio que los desenterradores han reactivado en toda España

NO deja de sorprender en tanta gente joven. Porque se supone que no han tenido tiempo que cargarse de amargura. Sería más lógica en gente con todo su bagaje de frustraciones, derrotas y traiciones de una vida. Pero no hay gente mayor con tanta necesidad de expresarla, de difundirla y disfrutarla. Me refiero a la vileza. Llámenlo infamia o también miseria o simplemente maldad. Fenómeno omnipresente es que gente joven hoy la expresa con impudicia disfrutona. Sin la menor mala conciencia. Se encuentre por todas partes, pero sobre todo en los medios y, más que en ninguno, en la red. Sin duda el anonimato anima a la osadía, a la trasgresión y sobre todo a la agresión. Ahí en la penumbra del anonimato en las redes sociales muchos se sienten en casa como los miembros de la horda que asalta a una víctima inerme. Es decir, fuertes, implacables, impunes y procazmente crueles. Ahí esos jóvenes pueden insultar en esa gran fiesta que es la demostración de la alegría por la desgracia del prójimo. Sin que les reporte a ellos otro beneficio que esa satisfacción del conocimiento del mal ajeno y su celebración. No les voy a hablar de los muchos miles de mensajes que yo he recibido en estos pasados años expresando su alegría por la agresión de que fui objeto. Con constantes deseos de que me vuelvan a pegar y me rompan esta vez más huesos que las tres costillas. No son dos o tres descerebrados, ni de cien ni de mil. Es un fenómeno social. Y tienen su alimento en programas de televisión y discursos del odio. Gente que presume de pedir la muerte de alguien que no les gusta o que enfermen políticos que no les placen. Pero vamos a un caso muy concreto, surgido de nuevo ayer. ¿Hay alguien que se beneficia en España de la tragedia que sufre en estos momentos Ángel Carromero? ¿Hay alguien que coseche algún bien del infierno que está viviendo este joven desde que un incidente, en absoluto aclarado, costara la muerte a dos disidentes que iban en el coche como amigos de Carromero? Y por supuesto como enemigos de un régimen que a Oswaldo Payá, uno de los fallecidos, lo había acosado y agredido en numerosas ocasiones. Y que ha matado disidentes -porque ha querido o porque se le ha ido la mano-, una y otra vez. Pues podría creerse que son legión los beneficiados por esta tragedia si se leen los mensajes de alegría y empacho de satisfacción que llenaron ayer las redes en cuanto se supo que había sido condenado a cuatro años de prisión en las mazmorras de la dictadura cubana.

Después de un juicio farsa, no porque fuera contra Carromero, sino porque todos los juicios en Cuba son una farsa, sean contra el general Ochoa o contra unos raperos de La Habana. Como todos los juicios bajo Stalin o Hitler eran una farsa con Vishisnki o Freisler. Cuánta basura se ha vertido aquí contra Carromero para darle una legitimidad a un juicio que no puede tenerla. Hasta los puntos que había perdido en el carnet en España, pérdida que no se había consumado cuando conducía en La Habana. Como si multas de aparcamiento en Madrid reforzaran la posición de quienes en La Habana gestionan la culpabilidad de Carromero como un instrumento de chantaje al Gobierno de España. La falta de piedad y solidaridad con los cubanos puede ser puro egoísmo. Pero el gozo en el daño al prójimo surge de ese odio que los desenterradores han reactivado en toda España y que nuevas camadas promueven hacia cotas tristemente conocidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario