Por HERMANN TERTSCH
ABC 07.07.12
A Rajoy y su gente les gusta el poder, eso está claro. No
está tan claro que les guste mandar
CUENTAN que los socialistas partidarios de Carmen Chacón y colaboradores
de su omnipresente marido, Miguel Barroso, viven un nuevo amanecer profesional.
No porque Alfredo Pérez Rubalcaba se haya convertido en un ángel del perdón y
la generosidad hacia la facción socialista perdedora. Al contrario, el pobre
Alfredo no se consolida. Y machaca donde pueda para que no le machaquen. No es
armonía en la casa socialista lo que ha cambiado el humor de los perdedores. Es
el insospechado talante de este Gobierno de Mariano Rajoy. Ellos estaban
preparados para lo peor tras los resultados de las elecciones de noviembre.
Acostumbrados a vivir del erario público por vía directa o vericuetos, la
mayoría absoluta del PP era tan rotunda que se veían abocados a un duro futuro.
Muchos incluso obligados a buscar trabajo en el perverso mercado libre.
Lo que habrían hecho ellos con un resultado como el del PP.
Cuando con mayoría relativa y gracias a «Tinell» y cinturón sanitario
estuvieron a punto de convertir a los populares en apestados fuera del sistema.
Ellos sabían bien lo que habían logrado en el 2004 cuando, nada más disiparse
el humo de las bombas, se encontraron con una victoria que no habían soñado.
Zapatero sabía lo que quería. Se puso a ello en cuanto le cayó el BOE en las
manos. Limpieza total en las instituciones. En semanas habían firmado sus
finiquitos los responsables por ejemplo de RTVE. Entraron con lanzallamas.
Fachas fuera. Y desde 2004 nadie con sospechas de no ser plenamente leal al
proyecto socialista ha asumido tareas de responsabilidad. Las sinergias de RTVE
con la cadena SER, PSOE y la Sexta garantizaban la solidez ideológica. De las
otras sinergias con la Sexta, por cierto, se debería ocupar cuanto antes una
auditoria. Lo dicho, en noviembre creyeron se les había acabado el chollo.
Incluso que alguno pagaría sus tropelías. Aliviados, saben que pasó el susto.
En RTVE pretenden seguir mandando, como hacen los asesores de Rubalcaba en
Interior. Gentes que pasaron ocho años agrediendo a todo crítico de Zapatero
son premiadas con cargos por el Gobierno. Se acomodan para ayudar a que el
mandato de Rajoy sea lo más breve posible. El Gobierno renuncia a la política.
A explicarla y a hacerla. Parecen concentrados en limitar daños y huir de las
molestias. A su votante lo ignoran. A la sociedad la confunden. Y a la
izquierda organizada, enquistada en el Estado, desde Pascual Sala a los
mamporreros del rufianismo televisivo, le han dado tanto tiempo y árnica que
ésta ya está a la ofensiva. Y exigen su derecho natural a la hegemonía en los
terrenos proclamados como propios. Ni temen ni respetan. A Rajoy y su gente les
gusta el poder, eso está claro. No está tan claro que les guste mandar. Y, sin
política, está aún menos claro que supieran para qué.
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