jueves, 19 de febrero de 2015

EL AQUELARRE DEL DESACATO

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  24.01.12


«EL mundo entero tiene los ojos puestos en este juicio y en las represalias que se están aplicando al juez Garzón». Ni más ni menos. Todo el orbe pendiente de Garzón, la víctima total. Y el mundo compungido. Sufriendo con este nuevo nazareno de la bondad política universal. Ya le gustaría al pobre hombre que fueran ciertos los ditirambos que le dedicaba ayer el portavoz de Human Rights Watch, Reed Brody. Este personaje ha venido a Madrid a dirigir un espectáculo organizado para mayor gloria del supuesto prevaricador y para ejercer una masiva presión, difamación mediante, sobre el Tribunal Supremo. Hoy, día de la apertura del segundo juicio contra Baltasar Garzón, se dan cita aquí una serie de juristas de todo el mundo, seguro que entre ellos muchos decentes, para cometer una profunda indecencia. Unos lo harán con buena intención y muy mala información sobre las causas reales que han llevado al banquillo a su amigo. Otros son profesionales de la agitación ideológica y firmes creyentes en un mundo feliz por el que vale la pena torcer o romper leyes, quebrar el Estado de derecho o asaltar palacios de Justicia. El tal Brody se presenta también como asesor jurídico de HRW aunque realmente en su exposición de ayer se le vio poco interés por las leyes y muchas maneras de clásico agit-prop, en una arenga de propaganda política para despreciar e intimidar a un tiempo a la justicia española, en una salida de pata de banco izquierdista que ofendería hasta en la república más miserable y primitiva del profundo Tercer Mundo. Muchos sabíamos de la inevitable deriva hacia el sectarismo izquierdista de muchas organizaciones como HRW, surgidas en su día de gentes pletóricas de buenas intenciones y hoy refugio de los activistas que ya no tienen partidos marginales de la ultraizquierda en los que desfogar su hiperactivismo. Convertidos en «lobbies» muy celosos de toda causa que consideren «progresista», siempre tienen una lágrima y un gritito dispuesto para cualquier enemigo de las sociedad occidental, sea un miembro de las FARC colombianas o un antisistema en cualquier capital europea. Jugaron un papel apreciable en su día en la denuncia de dictaduras y desmanes totalitarios. En los últimos años están bajo permanente sospecha por su maniqueísmo y manipulación de los conflictos y los datos, siempre en beneficio de esas «fuerzas libertadoras» que ven en los arrabales izquierdistas de la sociedad. Pero era difícil pensar que pudieran caer tan bajo en su delirio hiperideológico como para organizar este espectáculo aquí en Madrid. Cuando este Estado de Derecho está juzgando a un juez cuyas irregularidades y parcialidad, afirmaciones políticas torticeras y supuestas prevaricaciones son un escándalo permanente desde hace años cuyos detalles obviamente no se han molestado en conocer. Es evidente que Garzón lo ha preparado todo bien para caer haciendo todo el daño posible a la justicia española, a la sociedad y a nuestra imagen exterior. No se salvará como juez esperamos, pero sus ingresos como mártir profesional itinerante están asegurados. Meses llevan los grupúsculos de activistas de la izquierda paleocomunista dando la lata con la letanía revanchista. Han tachado de «fascista» al Tribunal Supremo. ¡Quiá! Todos fascistas menos los amigos de Garzón. Éste no se ha distanciado en ningún momento de estos aquelarres del desacato. Ahora tocaba traer a los juristas extranjeros para intentar convertir este juicio en un proceso a la transición y a la reconciliación nacional. La orgía revanchista en marcha, para mayor gloria de este hombre que, incluso en el caso improbable de su inocencia, ha mostrado una conducta que le descalifica para todo menos para agitador.

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