ABC 10.03.12
Londres ordena una operación
de rescate de dos rehenes, un británico, un italiano, en manos de una banda
terrorista islamista. Van a ser vendidos a otro grupo más radical que podría
organizar una ejecución grabada de propaganda. La operación de fuerzas británicas
y nigerianas fracasa. Mueren los dos rehenes. El Gobierno italiano no fue
informado por Cameron, que aprobó la acción. El conflicto diplomático es
lógico. Y la indignación de Roma. Londres dice había prisa. Seguro. Pero
también habría miedo a que Italia insistiera en negociar más. Con la esperanza
de liberarlos pagando. Eso no gusta a muchos. Ni en Londres ni en otras partes.
Porque se financia el próximo secuestro. Si la operación sale bien no habría
queja. Aunque la ofensa de Londres a Roma fuera la misma. Todo el dinero que se
paga se reinvierte en secuestros y asesinatos. Es un hecho. El mejor mensaje
son la serie de operaciones logradas recientes. Con rescate de rehenes ilesos y
terroristas muertos. Pero a veces imposible. En Italia como en España existe
esa venenosa idea de esos secuestros como autodefensa de pobres y oprimidos.
Por lo que se cree que puede tener final feliz si se paga. No es así. Se
facilitan secuestros y muertes. Sólo hay un culpable, el secuestrador. Dos
posturas antagónicas de hacerle frente. Y mil matices entre medias en cada caso.
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