ABC Viernes, 14.10.11
CIERTO, los hechos ya
probados en el caso Faisán por el juez Pablo Ruz constituyen un acto de alta
traición. Unos mandos policiales, obligados en obediencia por unos mandos
políticos, ayudan a escapar de la acción de otros policías a miembros de una
banda terrorista que es el primer enemigo del Estado desde hace cinco décadas.
Cooperan con los asesinos de cientos de miembros de los cuerpos policiales
subordinados. Y les ayudan a destruir pruebas y a esconder un dinero que pudo o
podrá utilizarse para asesinar a más compañeros. Los encubridores de este
crimen de lesa patria empezaron por negar su misma existencia. Cuando vieron
que eso ya era inútil, lo intentaron excusar como una concesión necesaria por
un bien superior «en el marco de las negociaciones de paz». Y en eso sí que les
vamos a dar toda la razón. Aquella villanía estaba enmarcada en una traición al
Estado, a España y a los españoles mucho más amplia, profunda y grave. Que
convierte casi en anécdota el hecho de ayudar a huir a unos cuantos asesinos.
Ahora vemos la magnitud de esta operación en la que tanto esfuerzo y dinero
nuestro ha invertido el presidente Zapatero. El PSE también asistirá
«oficialmente» a la llamada Conferencia Internacional de la Paz en San
Sebastián el lunes. Auspiciada por la denominada «izquierda abertzale» quiere
dar lustre institucional y solemnidad al «proceso de paz» en el que las
exigencias de ETA son ratificadas como la base para el nuevo marco político.
Como condición para que la ausencia de violencia por parte de la banda
terrorista sea definitiva. Parece un mal sueño que, después del PNV angustiado
por defender su hegemonía en el campo nacionalista ante el auge de Bildu,
también el PSE se haya sumado a esta farsa. Ya está la mayoría absoluta del
parlamento vasco bailando en el parqué abertzale. Pero es lógico ya que la ruta
para esta conferencia está trazada por ETA y el Gobierno socialista de
Zapatero. ¿Cómo iban a permitir los latos mandos de la policía que la detención
de unos terroristas por parte de compañeros diera al traste con este proceso?
Bajo la mirada atenta de los mediadores internacionales, cuyo papel es hacer
irreversibles los avances logrados por medio del terror. La peor traición no es
la mendacidad de Zapatero, ni la violación de las leyes y el desprecio a la
Constitución. Ni siquiera la humillación de las víctimas y la legitimación de
cincuenta años de terrorismo, miedo y mentira impuesta. La peor traición está
en que el Gobierno de Zapatero nos ha puesto a España y los españoles al nivel
de los terroristas para una negociación y un acuerdo entre iguales en el que
«no haya ni vencedores ni vencidos». En San Sebastián pretenden escenificar el
consenso sobre la base de que el conflicto político justificó todas las muertes
y el sufrimiento. Por lo que nosotros somos tan culpables de todas y cada una
de las muertes como quienes empuñaron las armas. Es difícil de describir la
repugnancia que produce esta canallada histórica de Zapatero y todos sus
cómplices, con su constante e incansable labor abierta y clandestina para
llevar a España a aceptar una renuncia definitiva a la victoria de la ley sobre
sus enemigos. Años han conspirado con los terroristas, engrasando los carriles
para que la inercia generada por el terror nos llevara a este puerto de
vergüenza. El único mensaje que emerge ya de esta olla podrida es que ETA tenía
razón. Sólo tenía que matar y aguantar. Hasta que llegara en España el débil
propicio, el oportunista sin patria, el traidor necesario.
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