ABC 01.09.12
El presidente de Francia tiene la muy correcta impresión de
que los europeos estamos abocados al fracaso estrepitoso en la crisis Siria. La
UE ya ni intenta presentar una política común ante la guerra. Y la mera
existencia del cargo para la política exterior y seguridad que ocupa la
fantasmal Lady Ashton es ya poco más que un sarcasmo. Hollande intenta sacar la
cabeza para reclamar una presencia en la Siria post Assad, sea ésta la que
fuere.
Cierto, otros países también actúan por su cuenta. De forma
más discreta. Turquía tiene otros socios de la OTAN como aliados activos. En un
conflicto en el que confluyen y entran en colisión los intereses de Arabia
Saudí, Egipto, Turquía, Irak, Irán, Líbano, Libia y por supuesto Rusia. Pero el
fracaso de Europa como fuerza unida es total. Así las cosas, los esfuerzos de
Hollande por emular el papel jugado por su antecesor Sarkozy en la crisis de
Libia son tan comprensibles como transparentes. Pero probablemente
contraproducentes. Porque hay mucha frivolidad en su oferta de reconocer como
gobierno a los representantes de una alianza de combatientes contra Assad.
Porque esa alianza no existe. Y los que actúan fuera no tienen poder alguno
dentro. Hay fuerzas que están condenadas a luchar pronto entre sí. La
posibilidad de acuerdos es remota.
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