Por HERMANN TERTSCH
ABC 30.09.11
López
quiere que los presos vayan “a casa”; asume así el lema de ETA y su movimiento
político de los últimos años
La ha
armado Patxi López con su discurso tramposo. Pero tenía que hacerlo. Porque se
lo estaban pidiendo. Los de siempre. Los que piden, exigen y ponen condiciones.
Los que están viendo cumplidos sus planes punto por punto. Algún iluso se
preguntará qué fuerza tienen para que, unas veces de forma escandalosa, véase
con la decisión del TC, y otras de tapadillo como ayer, acaben marcando ellos la
agenda. Pues precisamente esa fuerza que, según el lendakari, fue muy mala,
pero ya no existe. Es, por supuesto, ETA. Esa organización que se ha doblegado
a la ley, según el relato ilusorio que es el mensaje oficial de los socialistas
vascos. “El terrorismo se ha acabado”, sentenció. Y se quedó tan ancho. Aunque
por algo el mensaje iba donde iba.
No
merecía semejante bomba informativa estar escondida en un fatigoso discurso
sobre la situación general del País Vasco. No debería estar escondida esta
maravillosa noticia en un perdido párrafo de la última parte de su larga
alocución al Parlamento Vasco sobre cuestiones económicas y sociales. Tan buena
nueva merecía la convocatoria urgente de una conferencia de prensa. Para
saturar las centralitas de ABC como decía Anson, parar las rotativas, poner la
red al rojo vivo, movilizar a la gente en la calle. Para dar rienda suelta al
entusiasmo popular. Los españoles que hemos vivido y sufrido medio siglo con
novecientos muertos y miles de heridos y vidas destruidas, queremos celebrar
ese acontecimiento. Y resulta que el lendakari nos lo comunica ayer como quien
no quiere la cosa, después de una larga letanía con cifras y porcentajes. Más
emoción para la buena nueva.
En una
conferencia de prensa le habríamos preguntado conmovidos si la Ertzaina ya
tiene en su poder todas las armas, su arsenal. Si se han entregado todos los
etarras buscados. Si han revelado donde tienen su dinero y los pisos francos.
Si en los interrogatorios han revelado la identidad de antiguos o nuevos
cómplices. Si se han aclarado todos los crímenes e identificado a todos los
criminales. Pero no, el lendakari lo deja caer de tapadillo porque estas
preguntas desenmascaran toda la farsa. Porque ETA existe. Y tiene sus armas. Y
sus pisos francos. Y a sus militantes. Pero tiene además ahora muchas más
cosas. ETA tiene a su organización gobernando la Diputación de Guipúzcoa y más
de cien ayuntamientos en el País Vasco y Navarra. Y dispone de más dinero que
nunca. Y se apresta a disputarle al PNV la hegemonía en la Comunidad. Y puede
tener en meses grupo parlamentario en Madrid. El lendakari lo sabe. Pero esta
mentira era obligada como apoyo al mensaje clave. Para nosotros y para ETA, que
también escucha. Y el mensaje es que también el lendakari quiere que los presos
vayan “a casa”, etxera. Asume así el máximo representante del Estado en el País
Vasco el lema fundamental de ETA y su movimiento político de los últimos años.
Etxera, para reinsertarlos. Es decir, para ponerlos en libertad. Ellos lo
habían exigido hace unos días, pidiendo una amnistía. La Constitución la
prohíbe expresamente. Pero el lendakari nos comunica a ETA y a nosotros, que
sabe cómo burlarla. Unos por aquí, otros por allá, pero todos a casa. El Estado
asume así la tesis de ETA de que esos presos son poco menos que rehenes. Que
como tales ya no cumplen su función porque “la guerra ha terminado”. El
terrorismo se ha acabado. No tiene sentido que cumplan sus condenas. Olviden la
justicia. Viva la paz. Que vuelvan los hijos pródigos de la izquierda vasca.
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