Por HERMANN TERTSCH
ABC 23.10.10
Después de quince días de revueltas y destrozos de los
huelguistas en Francia —que nos han sido relatados con nada disimulada
satisfacción por los medios filosocialistas españoles, es decir, la mayoría— la
reforma de las pensiones sigue su curso. Y no podía ser de otra forma. A no ser
que nuestros vecinos quisieran suicidarse a plazos. Todo indica que los niños
escolares, los estudiantes de la calle, los somatenes sindicalistas y otros
grupos incendiarios pueden ser protagonistas de nuestros telediarios, pero no
deciden el futuro de la gran nación que es Francia.
El presidente Sarkozy gana este pulso porque no podía
perderlo y lo saben los socialistas que se han pasado estas semanas agazapados,
no fuera a pedirles alguien su opinión respecto a las reformas que en Francia
son imprescindibles además de inevitables y solo son el principio de muchas
más, si aquel país quiere romper de una vez las mordazas del estatalismo
paralizante y la mentalidad general de la vida pensionada.
Cierto que asusta que las nuevas generaciones lleguen a la
vida adulta demostrando que creen en la omnipotencia del estado de la
beneficencia como tribus exóticas creían en el dios de la lluvia pero la
realidad se encargará de demostrarles que, si ha existido alguna vez, ha muerto.
Así las cosas y por el bien de todos, es urgente que se
acaben los engaños y que se sepa que la beneficencia remanente habrá de
dedicarse estrictamente a los más débiles y necesitados. Y no a las tropas que
defienden privilegios hoy injustos o presentan exigencias inviables.
Mientras, en Alemania —donde gran parte de estas reformas se
hicieron en las dos legislaturas anteriores, con gobiernos diferentes— el paro
está a punto debajo del 7%. Y los indicadores económicos publicados ayer son
tan positivos que llevan las expectativas favorables a máximos ya olvidados.
Así están las cosas fuera, mientras aquí nuestro nuevo ministro sindicalista
del Trabajo (miembro de un gobierno que no cree en las reformas que aplica mal
y obligado nos dice que crearemos empleo el año que viene. Como eco no puede
recibir sino una cansina mueca de sarcasmo.
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