ABC Martes, 25.10.11
Erdogán
se cree elegido para reconducir a Turquia hacia el islamismo democrático y
liquidar el Estado laico
El
Gobierno turco rechazó el domingo la oferta de ayuda de Israel para el socorro
de personas enterradas bajo los escombros tras el fuerte terremoto en el
sudeste del país. Esta decisión reviste especial gravedad ya que estaban en
juego vidas de ciudadanos turcos. Y la experiencia revela que los equipos
israelíes han sido siempre los que más rápidamente se desplazaron a lugares de
Turquía afectados por seísmos y de los que más éxito cosechan en el rescate de
víctimas con vida en las primeras horas. Dicho de una manera brutal, el
Gobierno turco ha asumido la muerte de ciudadanos propios para hacer un gesto
más de rechazo hacia Israel. Que se enmarca en una escalada de decisiones y
retórica antiisraelíes del primer ministro Erdogán. Ankara la justifica con el
incidente del Mavi Marmara del 3 de mayo de 2010. Ese buque turco se unió a una
flotilla para romper el supuesto bloqueo de Gaza. Fletadas por organizaciones
simpatizantes de la organización terrorista Hamás, estas flotillas tienen por
objeto violar el control israelí en la costa de Gaza bajo pretexto de
suministrar ayuda humanitaria. El Mavi Marmara fue abordado por comandos
israelíes. Recibidas con gran violencia, las fuerzas israelíes abrieron fuego.
Nueve pasajeros perdieron la vida y decenas fueron heridas, entre ellos varios
soldados israelíes. Los intentos de ambas partes por limitar daños en unas
relaciones muy estrechas durante décadas no dieron resultado. Según opinión muy
difundida, porque Erdogán no tiene interés en ello. Porque una reconciliación
con Israel no interesa a su campaña por ganar popularidad en los países árabes.
El primer ministro islamista está convencido de que las revoluciones árabes son
una oportunidad de oro para que Turquía instaure una hegemonía en Oriente
Medio, su dominio durante el Imperio Otomano. Erdogán, ganador por tercera vez
de las elecciones, ya el líder turco con más poder desde Kemal Atatürk, se cree
elegido para reconducir a Turquía hacia el islamismo democrático y liquidar el
Estado laico. Pero también para hacer del país la potencia regional hegemónica.
La Conferencia del Bósforo, celebrada este fin de semana en Estambul, ha
revelado hasta qué punto Erdogán está tensando las cuerdas de sus pretensiones
y ambiciones. Muchos analistas coincidieron en que la creciente megalomanía del
primer ministro y su interesada escalada de conflictos –no sólo con Israel sino
también con la UE- le granjearán popularidad en casa a corto plazo pero pocos
éxitos exteriores sólidos. Ayer, Erdogán también rechazó la ayuda de la UE en
otro gesto de autosuficiencia y una pose de ofendido frente a Europa que cada
vez irrita más en Bruselas. Es cierto que la retórica nacionalista turcoislámica
comienza a afectar al desarrollo de las negociaciones con la UE. En la
Conferencia del Bósforo, organizada anualmente por el British Council y el
Ministerio de Exteriores, se ha puesto de manifiesto un endurecimiento de la
postura turca en muchos campos que “dejó de ser autoestima para convertirse en
arrogancia”, según diplomáticos europeos. Llamativo es ver cómo Erdogán y su
ministro Ahmet Davutoglu han convertido la diplomacia en bastión de su ideología
islamista y nacionalista. El servicio exterior turco de gran prestigio desde el
imperio y a través de la República kemalista, parece ya una organización de
aparatchiks del partido de Erdogán que alimenta la quimera de una inmensa
popularidad de Erdogán en los países árabes, un futuro de potencia y
displicencia masiva hacia Occidente. La magnífica situación económica con un
crecimiento entre el 8 y 10 por ciento alimenta los sueños de grandeza de Erdogán.
Pero son muchos los que en Estambul coincidían en que este Gobierno ha perdido
el sentido de la realidad. Y que habrá de despertar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario