ABC Viernes, 28.10.11
HAY mil motivos para ir mañana a la manifestación convocada
por las víctimas del terrorismo en la Plaza de la República Dominicana de
Madrid. Si quieren uno inmediato y visceral, basta la necesidad de respuesta a
todas las infamias que se escuchan estos días por parte de aquellos que quieren
pasar página a toda prisa. No todos llegan a la bajeza del nacionalista catalán
Duran i Lleida cuando sugiere que es la venganza la que mueve a las
asociaciones de víctimas. Pero son legión los que dicen y escriben que las
víctimas del terror deben comportarse poco como una asociación de damnificados
por alguna catástrofe natural y limitarse a los cuidados paliativos de sus
miembros. Y que desde luego no pueden influir en nuestras decisiones políticas
ni en nuestros gobernantes que harán bien en dar por cerrado el capítulo del
terrorismo. Porque ETA nos da su palabra de que las armas que se guarda no las
va a utilizar. Porque un simple comunicado en el que sólo hacen una declaración
de intenciones unos terroristas que nos matan desde hace medio siglo se ha
querido convertir por parte del Gobierno y los nacionalistas en una
proclamación histórica y cuasi sagrada de paz y libertad para los españoles.
Eso es ya en sí un insulto intolerable. Porque nuestra paz y nuestra libertad
no pueden jamás depender de la voluntad de una banda de asesinos por muchos
cómplices que tengan. El espectáculo que nos han brindado nuestros gobernantes
y otros entusiastas del cambalache está a la altura de sus intenciones. La
indignidad de esta aquiescencia hacia los postulados de los terroristas es
pareja a la impostura de unos llantos de emoción con una sobreactuación que
intentaba ocultar el hecho de que el comunicado no cumple ninguna de las
condiciones que ellos mismos, los negociadores gubernamentales, habían exigido.
Las intenciones no son otras que pretender haber alcanzado
una solución definitiva al problema del terrorismo en España y legitimar así
una negociación clandestina con los terroristas. Con la que se ha permitido a
ETA a ella sí legitimar sus cincuenta años de crímenes, consolidar unas cotas
de poder conquistadas por medio del terror y otorgarles una victoria que tendrá
su inmediato reflejo en las urnas el próximo día 20N. Y supone la mayor amenaza
para la España democrática desde los intentos de Golpe de Estado. Que haya
cristalizado con la colaboración de quienes fueron elegidos para defender
nuestras leyes es una vergonzosa página negra en nuestra historia.
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