domingo, 22 de febrero de 2015

LA BARAKA DE OBAMA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  06.10.12


El presidente Barack Obama llegó poco preparado y mal humorado al primero de los tres debates de campaña con Mitt Romney. Y lo perdió de una forma tan clara y contundente que sorprendió a propios y ajenos. Porque si a muchos norteamericanos después consultados les llamó especialmente la atención la buena información de la que hacía gala Mitt Romney, a muchos otros lo que más sorprendió fue la falta de pulso y músculo del presidente. Que no supo defender los cautro años pasados y mucho menos ofrecer unas perspectivas mínimamente atractivas de sus intenciones para los cuatro próximos. Así las cosas, todos coinciden en que las cartas se han vuelto a mezclar y que han quedado anulados en la práctica los efectos de los pasados meses en los que lentamente se había ido imponiendo Obama especialmente por las meteduras de para de Romney. Que Romney vuelva a estar en la carrera no quiere decir que Obama deje de ser favorito. Solo quiere decir que Romney no ha quedado definitivamente descolgado en una campaña perdida de antemano. Ahora Obama tiene otros dos debates en los que será difícil que su rival vuelva a sorprenderle. Pero Barack Obama no sería él si en momentos de apuros no le llegara algún tipo de alivio, por su habitual baraka o buena suerte. Y así la cifra que ayer se publicó del desempleo en el 7,8%, con lo que por primera vez en cuatro años los parados están por debajo de la barrera sicológica del 8%, es un magnífico regalo para el presidente. Por supuesto que la cifra puede ser desmenuzada y explicada hasta perder todo su supuesto encanto. Y eso es lo que el candidato Romney hará en estos próximos días. Pero la cifra entra por los ojos y el primer dígito es un siete, lo que no había pasado desde que Obama es presidente. Queda un mes de intensa campaña por lo que todas estas ayudas que se suman al haber del presidente siempre pueden verse anuladas por algún hipotético golpe de efecto de Romney, como fue el caso con el primer debate. Pero no quedan ya muchos posibles. Hay juego. Pero Obama, salvo serio revolcón, aun puede confiar en sonreír el último.

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