ABC 09.10.12
Chávez tiene el enorme mérito de haber puesto en marcha y
ser el centro de esa especie de internacional del rufianismo político y la
satrapía
RESULTA muy lógico que entre las primeras y más entusiastas
felicitaciones que recibía Hugo Chavez Frías -o también @chavezcandanga- tras
su reelección como presidente de Venezuela otros seis larguísimos años,
estuviera la del presidente de Cuba, Raúl Castro. Y la del otro Castro, Fidel,
que también la habría. Al fin y al cabo son socios. Uno pone el petróleo, el
otro pone las artes del engaño y la represión. El uno va a operarse a Cuba
porque no se fía de los médicos compatriotas. El otro le envía el know
how de la dictadura y todos los cuadros técnicos
para aplicarlo. También en las técnicas de intimidación y guerra psicológica
que sin duda han sido útiles en esta campaña y mucho tienen que ver con el
éxito. Así le llena Venezuela de cubanos y de paso consigue divisas. Eso son
intereses comunes. Juntos exportan socialismo del siglo XXI que es
paleocomunismo de principios del XX. Pero sobre todo manejan los hilos de esa
solidaridad antinorteamericana, antioccidental, antidemocrática, que tan bien
funciona en el subcontinente. Con la superviuda Fernández Kirchner como con el wikicaballero Correa,
con el triste Morales como con el impresentable Ortega. Cierto que Chavez es el
rico de la banda. Pero todos tienen intereses en común que saben cultivar. Y
que coordinan bien llegado el caso. Están de enhorabuena todos. La
supervivencia de Hugo, la física con ese cáncer que no le mata y la política
con esta victoria tan rotunda, es una garantía de seguridad para todos ellos.
Él firma los cheques dentro y fuera del país. Con ese inmenso poder que dan los
yacimientos de petróleo más grandes del planeta. Y compra así ejércitos de
voluntades. Pero también es él quien tiene la llave al ancho mundo. Él es quien
ha sabido tejer esa red más amplia de solidaridades e intereses comunes en todo
el mundo. Él es quien ayuda a Lukashenko a no sentirse sólo cuando encarcela a
muchos y hace desaparecer a alguno. Es quien acude presto a defender a Assad
cuando éste se ve aislado tras la última carnicería. Y el que tuvo la última palabra
amable para Gadafi. Es el que tiene ya montado su proyecto de penetración del
islamismo en Latinoamérica y puesto a punto el aparato de propaganda antisemita
que ya ha utilizado en esta campaña. Las dictaduras son frágiles si se aíslan.
Para tener plena libertad para aplastar a tu propio pueblo y exportar la
fórmula tienes que granjearte seguridades exteriores. Y estas han de basarse en
alianzas con otras dictaduras sólidas, a ser posible con materias primas y
tecnología militar. La Rusia de Putin y China siempre ayudan cuando se trata de
cuestionar intereses occidentales. Y los trabajos sucios se hacen con los
demás, que ya no tienen problemas de reputación.
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