domingo, 22 de febrero de 2015

SOLIDARIDADES

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  09.10.12


Chávez tiene el enorme mérito de haber puesto en marcha y ser el centro de esa especie de internacional del rufianismo político y la satrapía

RESULTA muy lógico que entre las primeras y más entusiastas felicitaciones que recibía Hugo Chavez Frías -o también @chavezcandanga- tras su reelección como presidente de Venezuela otros seis larguísimos años, estuviera la del presidente de Cuba, Raúl Castro. Y la del otro Castro, Fidel, que también la habría. Al fin y al cabo son socios. Uno pone el petróleo, el otro pone las artes del engaño y la represión. El uno va a operarse a Cuba porque no se fía de los médicos compatriotas. El otro le envía el know how de la dictadura y todos los cuadros técnicos para aplicarlo. También en las técnicas de intimidación y guerra psicológica que sin duda han sido útiles en esta campaña y mucho tienen que ver con el éxito. Así le llena Venezuela de cubanos y de paso consigue divisas. Eso son intereses comunes. Juntos exportan socialismo del siglo XXI que es paleocomunismo de principios del XX. Pero sobre todo manejan los hilos de esa solidaridad antinorteamericana, antioccidental, antidemocrática, que tan bien funciona en el subcontinente. Con la superviuda Fernández Kirchner como con el wikicaballero Correa, con el triste Morales como con el impresentable Ortega. Cierto que Chavez es el rico de la banda. Pero todos tienen intereses en común que saben cultivar. Y que coordinan bien llegado el caso. Están de enhorabuena todos. La supervivencia de Hugo, la física con ese cáncer que no le mata y la política con esta victoria tan rotunda, es una garantía de seguridad para todos ellos. Él firma los cheques dentro y fuera del país. Con ese inmenso poder que dan los yacimientos de petróleo más grandes del planeta. Y compra así ejércitos de voluntades. Pero también es él quien tiene la llave al ancho mundo. Él es quien ha sabido tejer esa red más amplia de solidaridades e intereses comunes en todo el mundo. Él es quien ayuda a Lukashenko a no sentirse sólo cuando encarcela a muchos y hace desaparecer a alguno. Es quien acude presto a defender a Assad cuando éste se ve aislado tras la última carnicería. Y el que tuvo la última palabra amable para Gadafi. Es el que tiene ya montado su proyecto de penetración del islamismo en Latinoamérica y puesto a punto el aparato de propaganda antisemita que ya ha utilizado en esta campaña. Las dictaduras son frágiles si se aíslan. Para tener plena libertad para aplastar a tu propio pueblo y exportar la fórmula tienes que granjearte seguridades exteriores. Y estas han de basarse en alianzas con otras dictaduras sólidas, a ser posible con materias primas y tecnología militar. La Rusia de Putin y China siempre ayudan cuando se trata de cuestionar intereses occidentales. Y los trabajos sucios se hacen con los demás, que ya no tienen problemas de reputación.

Chávez tiene el enorme mérito de haber puesto en marcha y ser el centro, personalmente, de esa especie de internacional del rufianismo político y la satrapía. Frente a ellos, casi nada. Comparada con la solidaridad que se demuestran, la coordinación de las democracias es nula. Cada una a lo suyo. Y poco menos que desprecio a los demócratas de la oposición venezolana. Ante la victoria de Chávez, a nuestro ministro no le basta con felicitar al vencedor. Tiene que decir que «es un buen día para Venezuela». No lo es, ministro. Aunque peor fue lo del ministro de Defensa, en plena campaña, calificando a Chávez de «amigo de España». El protector de decenas de asesinos de ETA. O el derroche de chavismo insultante y militante en TVE. Las democracias se han dicho exquisitamente equidistantes. Pero han acabado favoreciendo a Chávez. La española, la primera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario