sábado, 21 de febrero de 2015

LA GRAN OPORTUNIDAD

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  07.08.12


Tenemos que convertir nuestra ruinosa situación en un proyecto esperanzador que movilice a la sociedad española

EL presidente Barack Obama no ha llamado al presidente del Gobierno español para hablar del «Curiosity». Aunque ese juguete maravilloso nos haya deparado la noticia más gratificante de la semana. Por lo menos para los ciudadanos de países con expectativas tan sobrias como las nuestras en los Juegos Olímpicos. Tampoco vayan a creer que el presidente Obama ha desarrollado un repentino interés por nosotros. Que le atormenta especialmente nuestro paro o nuestras cuentas. No, en realidad le preocupan, como es lógico, su paro y sus cuentas. Pero ante todo le preocupa ahora su reelección dentro de tres meses. Y su campaña, que comienza con toda su virulencia en cuanto termine esta pausa estival en el negociado. Es cierto que Mitt Romney le está abriendo, con su querencia por las torpezas dentro y fuera del país, muchos flancos al presidente para su campaña. Y que cuando él, un absoluto vendaval en campaña, entre en ella en serio es muy probable que la hoy muy escasa diferencia se amplíe rápidamente. Pero ese éxito sólo es posible si no se produce ninguna de dos grandes interferencias exteriores que amenazan en estos meses. Son el conflicto abierto contra Irán, es decir una guerra, provocada por quien fuera. Y un desastre económico europeo, causado previsiblemente por España, que tendría de inmediato graves efectos sobre la fragilísima economía norteamericana.

Sin estos dos supuestos, Obama parece poder tener una seguridad razonable de que renovará mandato. De ahí lo extraordinario de la situación actual y de llamadas tan inauditas como la que recibió ayer Mariano Rajoy del presidente norteamericano. Nuestro protagonismo indeseable e indeseado es global. Cualquier chistoso diría que desde Felipe II no hemos vuelto a interesar tanto como hoy. Todos los ojos puestos en nosotros. Pero hay cosas que están por fin más claras que nunca. Tenemos que salvarnos de un revés de dimensiones históricas que nos lanzaría hacia atrás en el desarrollo y en el bienestar en varias décadas. Tenemos que convertir nuestra ruinosa situación en un proyecto esperanzador que movilice, confiera energías y aguante a la sociedad española. Se han acabado los sueños de que recibiríamos financiación para hacer las cosas a nuestra manera y sin mayores condiciones. Y esperemos se hayan acabado los sueños de nuestro presidente, en esto muy mal asesorado, de buscar concesiones amenazando con una catástrofe general. También se ha demostrado la inutilidad de buscar cabezas de turco de cara a la opinión pública interna, un día Merkel, otro Draghi.

Ahora el Gobierno tiene la oportunidad de acordar una fórmula de apoyo a la deuda, llámenlo rescate, que no hará ya mucho más dramáticas las condiciones de recorte y austeridad. Que nos garantizará estabilidad financiera. Y que podría ayudar a unas reformas absolutamente imprescindibles para sacar al Estado de su actual situación de evidente inviabilidad. Eso es lo que le están recomendando ahora todos a Rajoy. Y no hay que ser Rappel para saber que la llamada de Obama va por ahí. La sociedad española está dispuesta a asumir que esta crisis sólo se superará con una reforma profunda del Estado. Vinculada con este proyecto de estabilización y modernización debe ser el proyecto esperanzador que necesita. Con el apoyo pleno y unánime de la Unión Europea, entusiasta por parte de Alemania y Francia, el genuino aliento de Obama y la creciente presión de la opinión pública a favor, Rajoy tiene una oportunidad única para entrar en la historia poniendo fin a los graves desvaríos en el desarrollo de nuestra Constitución. Rajoy, su gobierno y la oposición han de abandonar toda esperanza de poder sobrevivir con el actual cambalache autonómico. La viabilidad de España exige su fin.

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