ABC 08.10.11
AYER se cumplió un lustro del asesinato de Anna Politovskaya
en Moscú. Unos desconocidos abatieron a la periodista junto a su casa aquel 7
de octubre. Se había granjeado las iras del Kremlin por sus denuncias de las
atrocidades cometidas por el ejército ruso en su guerra de tierra calcinada en
Chechenia. Hoy, aquella guerra está casi olvidada en Occidente. Pero fue la
clave para la toma del control absoluto del poder en Rusia por parte del
antiguo oficial de la KGB que es Vladimir Putin.
Tras
cuatro años como primer ministro por no poder asumir tres mandatos
presidenciales consecutivos, Putin está a punto de volver a la presidencia.
Aunque hoy está claro que nunca ha dejado de ejercer el poder, el más absoluto
concentrado en una persona en el Kremlin desde Stalin.
Politkovskaya
era la más célebre de una generación de periodistas surgidos de la extinta
Unión Soviética con inquebrantable vocación de lucha por la transparencia y la
democracia. Hoy ella y muchos otros están muertos y los demás han sido
silenciados por la implacable maquinaria intimidatoria puesta en marcha por
Putin. Apenas quedan unos valientes francotiradores de la información sin
apenas medios. Al igual que las pequeñas fuerzas de la oposición aún activas,
están condenados a la irrelevancia en una Rusia que se ha vuelto a cerrar a
todo.
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