domingo, 22 de febrero de 2015

LIBERTADES MÁS SÓLIDAS QUE EL FANATISMO

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  21.09.12

Los norteamericanos están más acosados hoy que bajo Bush. Mal negocio para esta Casa Blanca


A nadie debe extrañar que se rían ellos mismos de su capacidad intimidatoria. Porque es insólita. Y sí la ira es muy genuina en la hordas de fanáticos que agitan, la satisfacción por la capacidad de tan efectiva manipulación no puede serlo menos. Quienes movilizan a las masas radicales convocan con entusiasmo en cuanto les comunican que en algún país occidental y remoto hay un nuevo buen pretexto para mostrar fuerza. Y allá mandan a la carne de madrasa y mezquita. A clamar contra Occidente, contra el infiel, el cruzado cristiano o el sionista, pero preferentemente contra el gran satán que es Estados Unidos. A quien, como ahora vemos, en nada parece haber favorecido el «lifting» que le quiso hacer el presidente Barack Obama en el mundo árabe a base de desaires a Israel. Resulta que los norteamericanos están más acosados hoy que bajo Bush. Mal negocio para esta Casa Blanca. Ha demostrado tal confusión de principios que, cuando aún humeaba el consulado de Bengasi y apenas rescatados los cadáveres, parecía centrar toda su preocupación en el vídeo y no en los salvajes que mataron a su gente. En Europa hay que destacar que algunos gobiernos han reaccionado mejor que durante la crisis de las caricaturas danesas. Han dejado claro que lamentan los disturbios y querrían evitarlos. Pero no se han atrevido, al menos públicamente, a sopesar la censura para aplacar las salvajes amenazas. Lo que demuestra que algunas sociedades sí han reflexionado sobre la gravedad de las consecuencias de asumir el discurso del fanatismo, que culpa a unos dibujos, un vídeo o un libro de las acciones criminales de violencia física contra personas y bienes.

El argumento de la cultura del apaciguamiento es el de siempre: por el bien de la armonía o la paz debemos ser nosotros los que cedamos. Y nosotros los que acatemos que aquello que a ellos no les gusta pasa a estarnos prohibido. Ya que las consecuencias de hacerlo son muertos e incendios. Pretenden que aceptemos tal lógica. Si lo hiciéramos con las caricaturas y condenamos a quienes las publican, mañana no tendríamos argumentos cuando, para evitar se repitan las agresiones y nos maten, exijan que las reglas en los colegios en Europa sean las coránicas. O que adoptemos una ley de prensa con sus limitaciones islamistas, bajo amenazas. Por eso publicar hoy las caricaturas no es un acto de provocación, sino la reivindicación clara de que nuestras leyes y libertades no dependen de la benevolencia o del castigo de unos fanáticos, con una proyección totalitaria de su religión. Los valientes que presumen de transgresores por ofender en España a la religión católica o instituciones serán los más obedientes a la imposición del islamismo. Ninguna gana de transgredir. Unos reivindican directamente el miedo para obedecer a quienes nos amenazan dentro y fuera de nuestras fronteras. Nuestra indignidad da para más. Alguno dice que si les prometemos respeto ellos podrían aumentar la libertad de culto. ¿De qué diantres hablamos? En Occidente el respeto es absoluto con estas mínimas salvedades que se utilizan para agresiones. Cuando el respeto a las demás religiones es inexistente en la mayor parte del mundo musulmán. Que trata a judíos y cristianos literalmente como perros. De libertad de culto ni hablamos. Y de condena musulmana de los asesinatos de cristianos en regiones musulmanas, tampoco. El mundo musulmán ha de saber que sus creyentes pacíficos nos merecen mucho respeto y ninguno sus hordas fanáticas. Pero que ni unos ni los otros tienen poder de veto sobre nuestras leyes y libertades. Deben convencerse de que nuestras libertades son tan sólidas como sus creencias. Debiéramos ser suficientes para que el mensaje sea evidente.

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